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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XX, XXI y XXII

Viene de  Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XVII, XVIII y XIX

 XX

Martin Fierro y sus dos hijos,
Entre tanta concurrencia,
2905 siguieron con alegría
celebrando aquella fiesta.
Diez años, los mas terribles,
habia durado la ausencia,
y al hallarse nuevamente
2910 era su alegría completa.
En ese mesmo momento,
uno que vino de ajuera,
a tomar parte con ellos
suplicó que lo almitieran.
2915 Era un mozo forastero
de muy regular presencia,
y hacia poco que en el pago
andaba dando sus güeltas;
aseguraban algunos
2920 que venia de la frontera,
que habia pelao á un pulpero
en las últimas carreras,
pero andaba despilchao,
no traia una prenda buena;
2925 un recadito cantor
daba fé de sus pobrezas.
Le pidió la bendicion
al que causaba la fiesta,
y sin decirles su nombre
2930 les declaró con franqueza
que el nombre de Picardía
es el único que lleva,
y para contar su historia
a todos pide licencia,
2935 diciéndoles que en seguida
iban á saber quien era:
tomó al punto la guitarra,
la gente se puso atenta,
y ansi cantó Picardía
2940 en cuanto templó las cuerdas.


XXI
Picardía

Voy á contarles mi historia,
perdónenme tanta charla,
y les diré al principiarla,
aunque es triste hacerlo así,
2945 a mi madre la perdí
antes de saber llorarla.

Me quedé en el desamparo,
y al hombre que me dió el ser
no lo pude conocer;
2950 ansi, pues, dende chiquito
volé como el pajarito
en busca de qué comer.

O por causa del servicio,
que tanta gente destierra,
2955 o por causa de la guerra,
que es causa bastante séria,
los hijos de la miseria
son muchos en esta tierra.

Ansi, por ella empujado,
2960 no sé las cosas que haria,
y, aunque con vergüenza mia,
debo hacer esta alvertencia:
siendo mi madre Inocencia,
me llamaban Picardia.

2965 Me llevó á su lado un hombre
para cuidar las ovejas,
pero todo el dia eran quejas
y guascazos á lo loco,
y no me daba tampoco
2970 siquiera unas jergas viejas.

Dende el alba hasta la noche,
en el Campo me tenia;
cordero que se moria,
mil veces me sucedio,
2975 los caranchos lo comian
pero lo pagaba yo.

De trato tan riguroso
muy pronto me acobardé;
el bonete me apreté
2980 buscando mejores fines
y con unos bolantines
me fuí para Santa Fé.

El pruebista principal
a enseñarme me tomó,
2985 y ya iba aprendiendo yó
a bailar en la maroma;
mas me hicieron una broma
y aquello me indijustó.

Una vez que iba bailando,
2990 porque estaba el calzon roto,
armaron tanto alboroto
que me hicieron perder pié:
de la cuerda me largué
y casi me descogoto.

2995 Ansi me encontré de nuevo
sin saber donde meterme;
y ya pensaba volverme,
cuando, por fortuna mia,
me salieron unas tias
3000 que quisieron recogerme.

Con aquella parentela,
para mí desconocida,
me acomodé ya enseguida;
y eran muy buenas señoras,
3005 pero las mas rezadoras
que he visto en toda mi vida.

Con el toque de oración
ya principiaba el rosario;
noche á noche un calendario
3010 tenian ellas que decir,
y á rezar solian venir
muchas de aquel vecindario.

Lo que allí me aconteció
siempre lo he de recordar,
3015 pues me empiezo á equivocar
y á cada paso refalo,
como si me entrára el Malo
cuanto me hincaba á resar.

Era como tentacion
3020 lo que yo esperimenté;
y jamas olvidaré
cuanto tuve que sufrir,
porque no podia decir
“Artículos de la Fé”.

3025 Tenia al lao una mulata
que era nativa de allí;
se hincaba cerca de mí
como el angel de la guarda;
¡pícara! y era la parda
3030 la que me tentaba ansi.

“Reza, me dijo mi tia,
“Artículos de la Fé.”
Quise hablar y me atoré;
la dificultá me aflige;
3035 miré á la parda y ya dije
“Artículos de Santa Fé”.

Me acomodó el coscorrón
que estaba viendo venir;
yo me quise corregir,
3040 a la mulata miré,
y otra vez volví á decir
“Artículos de Santa Fe”.

Sin dificultá ninguna
rezaba todito el dia,
3045 y á la noche no podia
ni con un trabajo inmenso;
es por eso que yo pienso
que alguno me tentaria.

Una noche de tormenta,
3050 vi á la parda y me entró chucho;
los ojos, me asusté mucho,
eran como refocilo;
al nombrar á San Camilo
le dije San Camilucho.

3055 Esta me dá con el pié,
aquella otra con el codo;
¡ah viejas! por ese modo,
aunque de corazon tierno,
yo las mandaba al infierno
3060 con oraciones y todo.

Otra vez, que como siempre
la parda me perseguia,
cuando yo acordé, mis tias
me habian sacao un mechon
3065 al pedir la estirpacion
de todas las heregías.

Aquella parda maldita
me tenia medio afligido,
y ansi, me habia sucedido
3070 que al decir estirpacion
le acomodé entripacion,
y me cayeron sin ruido.

El recuerdo y el dolor
me duraron muchos dias;
3075 soñé con las heregías
que andaban por estirpar,
y pedía siempre al resar
la estirpacion de mis tias.

Y dale siempre rosarios,
3080 noche á noche y sin cesar;
dale siempre barajar salves,
trisagios y credos:
me aburrí de esos enriedos
y al fin me mandé mudar.

XXII

3085 Anduve como pelota
y mas pobre que una rata;
cuando empecé á ganar plata
se armó no sé qué barullo,
yo dije: á tu tierra, grullo,
3090 aunque sea con una pata.

Eran duros y bastantes
los años que allá pasaron;
con lo que ellos me enseñaron
formaba mi capital;
3095 cuanto vine me enrolaron
en la Guardia Nacional.

Me habia ejercitao al naipe,
el juego era mi carrera;
hice alianza verdadera
3100 y arreglé una trapisonda
con el dueño de una fonda
que entraba en la peladera.

Me ocupaba con esmero
en florear una baraja:
3105 el la guardaba en la caja,
en paquetes, como nueva;
y la media arroba lleva
quien conoce la ventaja.

Comete un error inmenso
3110 quien de la suerte presuma,
otro mas hábil lo fuma,
en un dos por tres lo pela;
y lo larga que no vuela
porque le falta una pluma.

3115 Con un sócio que lo entiende
se arman partidas muy buenas;
queda allí la plata agena,
quedan prendas y botones;
siempre cain á esas riuniones
3120 zonzos con las manos llenas.

Hay muchas trampas legales,
recursos del jugador;
no cualquiera es sabedor
a lo que un naipe se presta:
3125 con una cincha bien puesta
se la pega uno al mejor.

Deja á veces ver la boca
haciendo el que se descuida;
juega el otro hasta la vida,
y es siguro que se ensarta,
porque uno muestra una carta
y tiene otra prevenida.

Al monte, las precauciones
no han de olvidarse jamas;
3135 debe afirmarse á demas
los dedos para el trabajo,
y buscar asiento bajo
que le dé la luz de atras.

Pa tayar, tome la luz,
3140 dé la sombra al alversario,
acomódese al contrario
en todo juego cartiao:
tener ojo egercitao
es siempre muy necesario.

3145 El contrario abre los suyos,
pero nada vé el que es ciego;
dándole soga, muy luego
se deja pezcar el tonto:
todo chapeton cree pronto
3150 que sabe mucho en el juego.

Hay hombres muy inocentes
y que á las carpetas van;
cuando asariados estan,
les pasa infinitas veces,
3155 pierden en puertas y en treses,
y dándoles, mamarán.

El que no sabe, no gana
aunque ruegue á Santa Rita:
en la carpeta á un mulita
3160 se le conoce al sentarse;
y conmigo, era matarse,
no podian ni á la manchita.

En el nueve y otros juegos
llevo ventaja y no poca;
3165 y siempre que dar me toca
el mal no tiene remedio
porque sé sacar del medio
y sentar la de la boca.

En el truco, al mas pintao
3170 solia ponerlo en apuro;
cuando aventajar procuro,
sé tener, como fajadas,
tiro á tiro el as de espadas,
o flor, ó envite, seguro.

3175 Yo sé defender mi plata
y lo hago como el primero;
el que ha de jugar dinero
preciso es que no se atonte;
si se armaba una de monte,
3180 tomaba parte el fondero.

Un pastel1, como un paquete,
sé llevarlo con limpieza;
dende que á salir empiezan
no hay carta que no recuerde:
3185 sé cual se gana ó se pierde
en cuanto cain á la mesa.

Tambien por estas jugadas
suele uno verse en aprietos;
mas yo no me comprometo
3190 porque sé hacerlo con arte,
y aunque les corra el descarte
no se descubre el secreto.

Si me llamaban al dao,
nunca me solia faltar
3195 un cargado que largar,
un cruzao para el mas vivo;
y hasta atracarles un chivo
sin dejarlos maliciar.

Cargaba bien una taba
3200 porque la sé manejar;
no era manco en el billar,
y, por fin de lo que esplico,
digo que hasta con pichicos
era capaz de jugar.

3205 Es un vicio de mal fin,
el de jugar, no lo niego;
y todo el que vive del juego
anda á la pesca de un bobo,
y es sabido que es un robo
3210 ponerse á jugarle á un ciego.

Y esto digo claramente
porque he dejao de jugar;
y les puedo asigurar,
como que fui del oficio:
3215 mas cuesta aprender un vicio

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