Vi hace un ratito en facebook que alguien hablaba de este poema de Clement Clark Moore y me dio curiosidad. C. C. Moore (1779-1863) fue un profesor universitario estadounidense que, por lo que encontré, de sus escritos sólo destaca el poema "Una visita de San Nicolás", publicado por primera vez en 1823 y dedicado a los niños.
Dicen que es la primera vez que se menciona a Papá Noel (o san Nicolás o Santa Claus o como cada quien quiera llamarlo) en la literatura vestido de rojo, en un trineo tirado por renos y llenando medias con regalos. ¿Podría decirse que inició el mito navideño de la cultura estadounidense? No lo sé, pero aquí lo publico para compartirlo con ustedes.
A continuación de la traducción al español de Jhon Monsalve encontrarán el original en inglés.
¡Qué tengan felices fiestas!
Una visita de San Nicolás
Era la noche de Navidad, un poco antes de las doce,
A la hora en que todo está en calma, hasta los ratones.
Habíamos colgado nuestras medias en la chimenea,
Para que San Nicolás las encontrara cuando llegara.
Acurrucados y abrigados bajo las sábanas,
Los niños, juiciosos, estaban durmiéndose.
Mi mamá y yo, con nuestra ropa de dormir,
Acabábamos de apagar la vela,
Cuando afuera, un ruido de campana,
Me hizo salir rápidamente de la cama.
Fugaz como una flecha hacia la ventana,
Escruté la inmensidad del cielo estrellado.
Sobre la nieve, la luna brillante,
Iluminaba la noche como si fuese el día.
Abrí mis ojos, y aparecieron a lo lejos
Un trineo y ocho renos no más grandes que una mano,
Dirigidos por un pequeño y alegre personaje:
Era San Nicolás, yo lo sabía.
Sus corceles volaban como si tuvieran alas.
Y les cantaba, con el fin de animarlos:
« ¡Vamos, Tornado! ¡Vamos, Bailarín! ¡Vamos, Furia y Vestido!
¡En Cometa y Cupido! ¡Vamos relámpago y Trueno!
¡Directo a ese porche, hacia ese muro!
¡Vamos, vamos, mis amigos! ¡Al triple galope!”.
Similares a las hojas muertas, llevadas por el viento,
Que suben hacia el cielo para superar los obstáculos,
Los renos volaron hasta mi cabeza,
Con el trineo, los juguetes y San Nicolás.
Poco después oí sobre el techo resonar algo,
El pisoteo fogoso de sus pequeños zuecos,
La ventana estaba cerrada, y me volteé
En el preciso momento en que San Nicolás salía de la chimenea.
Su abrigo de piel, sus botas y su gorro
Estaban un poco sucios por la ceniza y el hollín.
Sobre su hombro, un saco lleno de juguetes
Le daba la apariencia de un extraño vendedor.
Tenía los cachetes rosados, unos hoyuelos encantadores,
Una nariz como una cereza y unos ojos brillantes.
Una boca pequeña que sonreía todo el tiempo,
Y una barba larga de un blanco muy puro.
De su pipa iluminada y atrancada entre sus dientes,
Subían en torbellino volutas de humo.
Tenía el rostro alegre, y su vientre redondo
Saltaba cuando reía, como un pequeño balón.
Era tan regordete, tan cachetón, este travieso duende,
Que no pude aguantar la risa, ni tapándome con la mano.
Pero con un guiño de ojo y una señal de la cabeza,
Me hizo comprender que yo no corría ningún peligro.
Luego sin decir una palabra, pues él tenía afán,
Se apresuró a llenar las medias, hasta el fondo,
Y se despidió poniéndose el dedo en la punta de la nariz,
Antes de desaparecer en la chimenea.
Oí el silbido de su tripulación,
Juntos se fueron como una pluma en el viento.
Antes de desaparecer, San Nicolás gritó:
“Feliz Navidad y feliz Noche Buena para todos”
A la hora en que todo está en calma, hasta los ratones.
Habíamos colgado nuestras medias en la chimenea,
Para que San Nicolás las encontrara cuando llegara.
Acurrucados y abrigados bajo las sábanas,
Los niños, juiciosos, estaban durmiéndose.
Mi mamá y yo, con nuestra ropa de dormir,
Acabábamos de apagar la vela,
Cuando afuera, un ruido de campana,
Me hizo salir rápidamente de la cama.
Fugaz como una flecha hacia la ventana,
Escruté la inmensidad del cielo estrellado.
Sobre la nieve, la luna brillante,
Iluminaba la noche como si fuese el día.
Abrí mis ojos, y aparecieron a lo lejos
Un trineo y ocho renos no más grandes que una mano,
Dirigidos por un pequeño y alegre personaje:
Era San Nicolás, yo lo sabía.
Sus corceles volaban como si tuvieran alas.
Y les cantaba, con el fin de animarlos:
« ¡Vamos, Tornado! ¡Vamos, Bailarín! ¡Vamos, Furia y Vestido!
¡En Cometa y Cupido! ¡Vamos relámpago y Trueno!
¡Directo a ese porche, hacia ese muro!
¡Vamos, vamos, mis amigos! ¡Al triple galope!”.
Similares a las hojas muertas, llevadas por el viento,
Que suben hacia el cielo para superar los obstáculos,
Los renos volaron hasta mi cabeza,
Con el trineo, los juguetes y San Nicolás.
Poco después oí sobre el techo resonar algo,
El pisoteo fogoso de sus pequeños zuecos,
La ventana estaba cerrada, y me volteé
En el preciso momento en que San Nicolás salía de la chimenea.
Su abrigo de piel, sus botas y su gorro
Estaban un poco sucios por la ceniza y el hollín.
Sobre su hombro, un saco lleno de juguetes
Le daba la apariencia de un extraño vendedor.
Tenía los cachetes rosados, unos hoyuelos encantadores,
Una nariz como una cereza y unos ojos brillantes.
Una boca pequeña que sonreía todo el tiempo,
Y una barba larga de un blanco muy puro.
De su pipa iluminada y atrancada entre sus dientes,
Subían en torbellino volutas de humo.
Tenía el rostro alegre, y su vientre redondo
Saltaba cuando reía, como un pequeño balón.
Era tan regordete, tan cachetón, este travieso duende,
Que no pude aguantar la risa, ni tapándome con la mano.
Pero con un guiño de ojo y una señal de la cabeza,
Me hizo comprender que yo no corría ningún peligro.
Luego sin decir una palabra, pues él tenía afán,
Se apresuró a llenar las medias, hasta el fondo,
Y se despidió poniéndose el dedo en la punta de la nariz,
Antes de desaparecer en la chimenea.
Oí el silbido de su tripulación,
Juntos se fueron como una pluma en el viento.
Antes de desaparecer, San Nicolás gritó:
“Feliz Navidad y feliz Noche Buena para todos”
A Visit from St. Nicholas
'Twas the night before Christmas, when all through the house
Not a creature was stirring, not even a mouse;
The stockings were hung by the chimney with care,
In hopes that St. Nicholas soon would be there;
The children were nestled all snug in their beds;
While visions of sugar-plums danced in their heads;
And mamma in her 'kerchief, and I in my cap,
Had just settled our brains for a long winter's nap,
When out on the lawn there arose such a clatter,
I sprang from my bed to see what was the matter.
Away to the window I flew like a flash,
Tore open the shutters and threw up the sash.
The moon on the breast of the new-fallen snow,
Gave a lustre of midday to objects below,
When what to my wondering eyes did appear,
But a miniature sleigh and eight tiny rein-deer,
With a little old driver so lively and quick,
I knew in a moment he must be St. Nick.
More rapid than eagles his coursers they came,
And he whistled, and shouted, and called them by name:
"Now, Dasher! now, Dancer! now Prancer and Vixen!
On, Comet! on, Cupid! on, Donder and Blixen!
To the top of the porch! to the top of the wall!
Now dash away! dash away! dash away all!"
As leaves that before the wild hurricane fly,
When they meet with an obstacle, mount to the sky;
So up to the housetop the coursers they flew
With the sleigh full of toys, and St. Nicholas too—
And then, in a twinkling, I heard on the roof
The prancing and pawing of each little hoof.
As I drew in my head, and was turning around,
Down the chimney St. Nicholas came with a bound.
He was dressed all in fur, from his head to his foot,
And his clothes were all tarnished with ashes and soot;
A bundle of toys he had flung on his back,
And he looked like a pedler just opening his pack.
His eyes—how they twinkled! his dimples, how merry!
His cheeks were like roses, his nose like a cherry!
His droll little mouth was drawn up like a bow,
And the beard on his chin was as white as the snow;
The stump of a pipe he held tight in his teeth,
And the smoke, it encircled his head like a wreath;
He had a broad face and a little round belly
That shook when he laughed, like a bowl full of jelly.
He was chubby and plump, a right jolly old elf,
And I laughed when I saw him, in spite of myself;
A wink of his eye and a twist of his head
Soon gave me to know I had nothing to dread;
He spoke not a word, but went straight to his work,
And filled all the stockings; then turned with a jerk,
And laying his finger aside of his nose,
And giving a nod, up the chimney he rose;
He sprang to his sleigh, to his team gave a whistle,
And away they all flew like the down of a thistle.
But I heard him exclaim, ere he drove out of sight—
“Happy Christmas to all, and to all a good night!”
Source: The Random House Book of Poetry for Children (Random House Inc., 1983)
Sugiero también que den una lectura a mi versión del mismo poema:
ResponderEliminarESPAÑOL (Copyrighted Translation)
UNA VISITA DE SAN NICOLÁS©
Traducción de Juan A. Galán
Era tarde en Nochebuena, nada en la casa se oía,
Hasta el ratón de alacena con su familia dormía.
De la repisa colgaban, medias en la chimenea,
San Nicolás, al llenarlas, tendría una gran tarea.
Los niños dormían ya y soñaban sutilezas,
Imaginando visiones en sus pequeñas cabezas,
Y mamá con su pañuelo, y yo con mi mejor gorra,
Antes de una buena siesta, sentíamos la modorra.
Cuando afuera en el jardín, se formó un gran alboroto,
Salí de mi cama a saltos, parecía un terremoto,
Corrí y abrí la ventana, levantándola hasta el tope,
Las cortinas separé, pues creí oír un galope.
La luz de la luna llena se reflejaba en la escena
E iluminaba la nieve, como hace el sol con la arena.
Cuando yo vi ante mis ojos, de grata sorpresa llenos,
Un trineo en miniatura tirado por ocho renos.
Los controlaba un viejito, ágil y con gran viveza.
"Debe ser San Nicolás", pensé yo con gran presteza.
Él, aunque eran como águilas, de sus cursos era el guía, ¡Silbando y con muchos gritos, sus nombres les repetía!
"iOh, Bailarín! ¡Oh, Brioso, Relámpago y Juguetón!
¡Hala Cupido! ¡Hala Trueno! ¡Halen Cometa y Pompón!
¡Suban prontos al tejado y a lo alto por la pared!
¡Suban con brío ahora mismo! ¡Todos, con brío, ascended!".
Como las hojas ya secas que encuentran algún obstáculo
Se entrelazan con el viento en asombroso espectáculo,
Así subieron al techo, como en sus cursos volando,
En el trineo con juguetes a San Nicolás llevando.
Después de algunos segundos, yo pude oír satisfecho
Ruido de pequeños cascos que golpeaban en el techo.
En la mente estas imágenes y en mis talones girando,
Por la chimenea vi a San Nicolás bajando.
Todo envuelto estaba en pieles, de los pies a la cabeza,
Su ropa estaba manchada del hollín y la ceniza.
Una bolsa con juguetes de su ancha espalda colgaba,
Parecía un vendedor que su mercancía cargaba.
¡Qué alegría en su sonrisa! ¡Qué brillo había en sus ojos!
¡Qué color en sus mejillas! ¡Qué nariz con tonos rojos!
Su boca, en un amplio arco, se abría en sonrisa leve
Y la barba en su barbilla más blanca era que la nieve.
Una pipa ya gastada en sus dientes sujetaba
Y alrededor de sus sienes el humo lo coronaba.
Su cara era ancha y redonda, y un vientre grande tenía
Que como la gelatina temblaba cuando él reía.
Era un duende muy alegre, un viejo gordo y bajito,
Y me tuve que reír, ¡aunque lo hice muy quedito!
Un giro de su cabeza y un guiño casi secreto
Hicieron que mis temores se esfumaran por completo.
Sin decir ni una palabra, a su tarea se dio,
Giró sobre sus talones y las medias rellenó.
Tocándose la nariz, con un dedo y por el lado,
¡Subió por la chimenea por alguna magia izado!
Saltó presto en el trineo, silbó casi sin aliento,
Y los renos se alejaron como plumas en el viento.
Pero oí cuando exclamaba, ya inmerso en la oscuridad,
"¡Que tengan muy buenas noches y una Feliz Navidad!".
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Muchas gracias
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