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sábado, 17 de mayo de 2014

Algunas poesías de José Martí

El poeta de hoy fue sugerido por mi viejo: José Martí. En realidad, él me sugirió un poema: "La Niña de Guatemala". Tras "La niña de Guatemala" hay una historia, según me dice, y pego textual el mensaje que me dejó en facebook:

"Poema de Jose Marti, el gran poeta, patriota, padre de la libertad y político Cubano, dedicado a una joven Guatemalteca, hija de un ex Presidente de ese País, que estaba enamorada de él, circunstancia de la que se entero cuando él se estaba casando con una joven mejicana que era su prometida desde hacía varios años"
 José Martí nació en cuba en 1853 y falleció en combate...  tenía sólo 42 años. Fue político, filósofo, escritor, poeta... Sus obras de poesía más conocidas son, tal vez, "Ismaelillo" (1882) y "Versos sencillos" (1891) así que tomé la sugerencia de mi papá y le sumé algunos poemas más. Espero que les gusten.
Por cierto, "La niña de Guatemala" pertenece a "Versos sencillos"


Encontré esta pintura sobre José Martí en internet, lamenteablemente no figuraba el autor como para darle crédito pero ¡me encanta!

La Niña de Guatemala (Poesía IX)

Quiero, a la sombra de un ala, 
Contar este cuento en flor:
 La niña de Guatemala,
 La que se murió de amor. 

Eran de lirios los ramos, 
Y las orlas de reseda 
Y de jazmín: la enterramos
En una caja de seda. 

...Ella dio al desmemoriado 
Una almohadilla de olor: 
El volvió, volvió casado: 
 Ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas 
 Obispos y embajadores: 
Detrás iba el pueblo en tandas, 
Todo cargado de flores. 

...Ella, por volverlo a ver, 
Salió a verlo al mirador: 
 El volvió con su mujer: 
Ella se murió de amor. 

Como de bronce candente 
 Al beso de despedida 
 Era su frente ¡la frente 
 Que más he amado en mi vida! 

...Se entró de tarde en el río, 
 La sacó muerta el doctor:
 Dicen que murió de frío: 
Yo sé que murió de amor. 

Allí, en la bóveda helada, 
La pusieron en dos bancos: 
Besé su mano afilada, 
Besé sus zapatos blancos. 

Callado, al oscurecer, 
Me llamó el enterrador: 
¡Nunca más he vuelto a ver 
A la que murió de amor!


Sueño Despierto

Yo sueño con los ojos
Abiertos, y de día
Y noche siempre sueño.
Y sobre las espumas
Del ancho mar revuelto,
Y por entre las crespas
Arenas del desierto,
Y del león pujante,
Monarca de mi pecho,
Montado alegremente
Sobre el sumiso cuello.
Un niño que me llama
Flotando siempre veo!
 


Rosilla nueva
 
¡Traidor! ¿Con qué arma de oro
Me has cautivado?
Pues yo tengo coraza
De hierro áspero.
Hiela el dolor: el pecho
Trueca en peñasco.

Y así como la nieve,
Del Sol al blando
Rayo, suelta el magnífico
Manto plateado,
Y salta en hilo alegre
Al valle pálido,
Y las rosillas nuevas
Riega magnánimo;
Así, guerrero fúlgido,
Roto a tu paso,
Humildoso y alegre
Rueda el peñasco;
Y cual lebrel sumiso
Busca saltando
A la rosilla nueva
Del valle pálido.


Poesía XXXIV 

¡Penas! ¿Quién osa decir
Que tengo yo penas? Luego,
Después del rayo, y del fuego,
Tendré tiempo de sufrir.

Yo sé de un pesar profundo
Entre las penas sin nombres:
¡La esclavitud de los hombres
Es la gran pena del mundo!

Hay montes, y hay que subir
Los montes altos; ¡después
Veremos, alma, quién es
Quien te me ha puesto al morir!



Poesía XLV

Sueño con claustros de mármol
Donde en silencio divino
Los héroes, de pie, reposan:
¡De noche, a la luz del alma,
Hablo con ellos: de noche!
Están en fila: paseo
Entre las filas: las manos
De piedra les beso: abren
Los ojos de piedra: mueven
Los labios de piedra: tiemblan
Las barbas de piedra: empuñan
La espada de piedra: lloran:
¡Vibra la espada en la vaina!
Mudo, les beso la mano.

¡Hablo con ellos, de noche!
Están en fila: paseo
Entre las filas: lloroso
Me abrazo a un mármol: “¡Oh mármol,
Dicen que beben tus hijos
Su propia sangre en las copas
Venenosas de sus dueños!
¡Que hablan la lengua podrida
De sus rufianes! ¡Que comen
Juntos el pan del oprobio,
En la mesa ensangrentada!
!Que pierden en lengua inútil
El último fuego! ¡Dicen,
Oh mármol, mármol dormido,
Que ya se ha muerto tu raza!”

Echame en tierra de un bote
El héroe que abrazo: me ase
Del cuello: barre la tierra
Con mi cabeza: levanta
El brazo, ¡el brazo le luca
Lo mismo que un sol!: resuena
La piedra: buscan el cinto
Las manos blancas: ¡del soclo
Saltan los hombres de mármol!

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