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lunes, 11 de noviembre de 2013

Martín Fierro - José Hernández - capítulos I y II

El Martín Fierro, como comúnmente lo conocemos, fue escrito por José Hernández y es un símbolo de mi país. José Hernández nació en 1834 y además de escritor, fue político, militar y periodista. "El gaucho Martín Fierro" (1872) y "La vuelta de Martín Fierro", su segunda parte, (1879) cuentan en primera persona y en verso la vida en el campo, la vida del gaucho. En sí, las vicisitudes de ser un gaucho. Desde el punto de vista cultural es muy interesante y espero que quienes no conozcan mi país también sepan apreciarlo. Lo leí, como la mayoría de los argentinos, por obligación cuando estaba en el colegio. Es hora de hacerlo por gusto. Y aprovecho esta fecha ya que ayer, 10 de Noviembre, fue el día de la tradición.
Lo iré publicando de a un par de capítulos, cuando estos no sean muy extensos y de a un capítulo, cuando su extensión lo amerite, y lo haré día por medio.


El gaucho Martín Fierro

I

1  Aquí me pongo á cantar
al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,
5  como la ave solitaria
con el cantar se consuela.

Pido á los Santos del Cielo
que ayuden mi pensamiento,
les pido en este momento
10  que voy á cantar mi historia
me refresquen la memoria
y aclaren mi entendimiento.

Vengan Santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda,
15 que la lengua se me añuda
y se me turba la vista;
pido á mi Dios que me asista
en una ocasion tan ruda.

Yo he visto muchos cantores,
20 con famas bien otenidas,
y que despues de alquiridas
no las quieren sustentar:
parece que sin largar
se cansaron en partidas.

25 Mas ande otro criollo pasa
Martin Fierro ha de pasar;
nada la hace recular
ni las fantasmas lo espantan,
y dende que todos cantan
30 yo tambien quiero cantar.

Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar,
y cantando he de llegar
al pié del Eterno Padre:
35 dende el vientre de mi madre
vine á este mundo á cantar.

Que no se trabe mi lengua
ni me falte la palabra;
el cantar mi gloria labra
40 y poniéndome á cantar,
cantando me han de encontrar
aunque la tierra se abra.

Me siento en el plan de un bajo
a cantar un argumento;
45 como si soplara el viento
hago tiritar los pastos.
Con oros, copas y bastos
juega alli mi pensamiento.

Yo no soy cantor letrao,
50 mas si me pongo á cantar
no tengo cuando acabar
y me envejezco cantando
las coplas me van brotando
como agua de manantial.

55 Con la guitarra en la mano
ni las moscas se me arriman;
naides me pone el pié encima,
y cuando el pecho se entona,
hago gemir á la prima
60 y llorar á la bordona.

Yo soy toro en mi rodeo
y torazo en rodeo ajeno;
siempre me tuve por güeno
y si me quieren probar
65 salgan otros á cantar
y veremos quién es menos.

No me hago al lao de la güeya
aunque vengan degollando;
con los blandos yo soy blando
70 y soy duro con los duros,
y ninguno en un apuro
me ha visto andar tutubiando.

En el peligro ¡Qué Cristos!
el corazon se me enancha,
75 pues toda la tierra es cancha,
y de eso naides se asombre:
el que se tiene por hombre
ande quiera hace pata ancha.

Soy gaucho, y entiendanló
80 como mi lengua lo esplica:
para mí la tierra es chica
y pudiera ser mayor;
ni la víbora me pica
ni quema mi frente el Sol.

85 Nací como nace el peje
en el fondo de la mar;
naides me puede quitar
aquello que Dios me dió:
lo que al mundo truje yo
90 del mundo ló he de llevar.

Mi gloria es vivir tan libre
como el pájaro del Cielo;
no hago nido en este suelo
ande hay tanto que sufrir,
95 y naides me ha de seguir
cuando yo remonto el vuelo.

Yo no tengo en el amor
quien me venga con querellas;
como esas aves tan bellas
100 que saltan de rama en rama;
yo hago en el trébol mi cama
y me cubren las estrellas.

Y sepan cuantos escuchan
de mis penas el relato
105 que nunca peleo ni mato
sino por necesidá,
y que á tanta alversidá
solo me arrojó el mal trato.

Y atiendan la relacion
110 que hace un gaucho perseguido
que padre y marido ha sido
empeñoso y diligente,
y sin embargo la gente
lo tiene por un bandido.

II

115 Ninguno me hable de penas,
porque yo penado vivo,
y naides se muestre altivo
aunque en el estribo esté:
que suele quedarse á pié
120 el gaucho mas alvertido.

Junta esperencia en la vida
hasta pa dar y prestar
quien la tiene que pasar
entre sufrimiento y llanto;
125 porque nada enseña tanto
como el sufrir y el llorar.

Viene el hombre ciego al mundo,
cuartiándolo la esperanza,
y á poco andar ya lo alcanzan
130 las desgracias á empujones.
Jué pucha, que trae liciones
el tiempo con sus mudanzas!

Yo he conocido esta tierra
en que el paisano vivia
135 y su ranchito tenia
y sus hijos y mujer...
Era una delicia el ver
cómo pasaba sus dias.

Entonces... cuando el lucero
140 brillaba en el cielo santo,
y los gallos con su canto
nos decian que el dia llegaba,
a la cocina rumbiaba
el gaucho... que era un encanto.

145 Y sentao junto al jogon
a esperar que venga el dia,
al cimarrón le prendía
hasta ponerse rechoncho,
mientras su china dormía
150 tapadita con su poncho.

Y apenas la madrugada
empezaba á coloriar,
los pájaros á cantar,
y las gallinas á apiarse,
155 era cosa de largarse
cada cual á trabajar.

Este se ata las espuelas,
se sale el otro cantando,
uno busca un pellon blando,
160 este un lazo, otro un rebenque,
y los pingos relinchando
los llaman dende el palenque.

El que era pion domador
enderezaba al corral,
165 ande estaba el animal
-bufidos que se las pela...-
y, mas malo que su agüela,
se hacia astillas el bagual.

Y allí el gaucho inteligente,
170 en cuanto el potro enriendó,
los cueros le acomodó
y se le sentó en seguida,
que el hombre muestra en la vida
la astucia que Dios le dió.

175 Y en las playas corcobiando
pedazos se hacia el sotreta
mientras él por las paletas
le jugaba las lloronas
y al ruido de las caronas
180 salia haciéndose gambetas.

¡Ah, tiempos!... si era un orgullo
ver ginetear un paisano
Cuando era gaucho vaquiano,
aunque el potro se boliase,
185 no habia uno que no parase
con el cabresto en la mano.

Y mientras domaban unos,
otros al campo salian,
y la hacienda recogian,
190 las manadas repuntaban,
y ansi sin sentir pasaban
entretenidos el dia.

Y verlos al cair la noche
en la cocina riunidos,
195 con el juego bien prendido
y mil cosas que contar,
platicar muy divertidos
hasta despues de cenar.

Y con el buche bien lleno
200 era cosa superior
irse en brazos del amor
a dormir como la gente,
pa empezar el dia siguiente
las fainas del dia anterior.

205 Ricuerdo… ¡qué maravilla!
como andaba la gauchada
siempre alegre y bien montada
y dispuesta pa el trabajo;
pero hoy en dia… barajo!
210 no se la vé de aporriada.

El gaucho mas infeliz
tenia tropilla de un pelo;
no le faltaba un consuelo
y andaba la gente lista...
215 Tendiendo al campo la vista,
Solo vía sino hacienda y cielo.

Cuando llegaban las yerras,
¡cosa que daba calor!
tanto gaucho pialador
220 y tironiador sin yel
¡Ah, tiempos... pero si en él
se ha visto tanto primor

Aquello no era trabajo,
mas bien era una junción,
225 y despues de un güen tiron
en que uno se daba maña,
pa darle un trago de caña
solia llamarlo el patron.

Pues siempre la mamajuana
230 vivia bajo la carreta;
y aquel que no era chancleta,
en cuanto el goyete via,
sin miedo se le prendia
como guérfano á la teta.

235 ¡Y qué jugadas se armaban
cuando estábamos riunidos!
Siempre íbamos prevenidos,
pues en tales ocasiones
a ayudarles á los piones
240 caiban muchos comedidos.

Eran los dias del apuro
y alboroto pa el hembraje,
pa preparar los potajes
y osequiar bien á la gente,
245 y ansi, pues, muy grandemente
pasaba siempre el gauchaje.

Venia la carne con cuero,
la sabrosa carbonada,
mazamorra bien pisada,
250 los pasteles y el güen vino...
pero ha querido el destino
que todo aquello acabara.

Estaba el gaucho en su pago
con toda siguridá,
255 pero aura... barbaridá!
la cosa anda tan fruncida,
que gasta el pobre la vida
en juir de la autoridá.

Pues si uste pisa en su rancho
260 y si el alcalde lo sabe,
lo caza lo mesmo que ave
aunque su mujer aborte...
No hay tiempo que no se acabe
ni tiento que no se corte.

265 Y al punto dése por muerto
si el alcalde lo bolea,
pues ay no mas se le apea
con una felpa de palos.
Y despues dicen que es malo
270 el gaucho si los pelea.

Y el lomo le hinchan á golpes,
y le rompen la cabeza,
y luego con ligereza,
ansi lastimao y todo,
275 lo amarran codo con codo
y pa el cepo lo enderiezan.

Ay comienzan sus desgracias,
ay principia el pericon;
porque ya no hay salvacion,
280 y que uste quiera ó no quiera,
lo mandan á la frontera
o lo echan á un batallon.

Ansi empezaron mis males
lo mesmo que los de tantos.
285 Si gustan... en otros cantos
les diré lo que he sufrido.
Despues que uno está perdido
no lo salvan ni los santos.

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