Blog de Literatura - Fomentando la Lectura

domingo, 29 de diciembre de 2013

La boda de Dama Raposa - Los hermanos Grimm

Cosas que se aprenden leyendo cuentos para niños: ¡una raposa es un zorro! (no lo sabía). Por ello, otro nombre conocido para este cuento es "La boda de la señora zorra". El título en alemán es "Die Hochzeit der Frau Füchsin". El relato se encuentra dividido en dos: cuento primero y cuento segundo. A continuación encontrarán ambos. El primer cuento es una reflexión sobre la desconfianza y los celos; el segundo sobre el egoísmo en la pareja. Pobre la dama raposa el marido que tiene...
Muchos de los diálogos estaban originalmente escritos como rimas. La traducción al español que tengo en mi libro intenta reproducirlas y, aunque del alemán al español hay mucha diferencia, creo que lo logra. 
Espero que les gusten.





La boda de Dama Raposa

Cuento primero

Érase una vez un viejo zorro de nueve colas que, creyendo que su esposa le era infiel, quiso probarla. Tendióse debajo del banco y se quedó rígido, sin menear ningún miembro, como si hubiese muerto. Dama Zorra se encerró en su aposento, y su criada, ama Gata, se instaló en su cocina a guisar.

Al correr la voz de que el viejo zorro había estirado la pata, empezaron a acudir pretendientes. Oyó la doncella que alguien llamaba a la puerta de la calle; salió a abrir y se encontró frente a frente con un zorro joven, que le dijo:

"Dama Gata, ¿en qué pensáis?
¿Dormís o acaso veláis?."
 
Y respondió la gata:

"Velando estoy, no durmiendo.
¿Queréis saber qué estoy haciendo?
Pues buena cerveza, con manteca al lado.
¿No desea el señor ser mi invitado?."
 
- Muchas gracias, doncella -replicó el zorro-. ¿Y qué hace dama Raposa?
 
Y respondió la gata:

"Está en su aposento,
toda hecha un lamento.
Triste tiene el rostro, triste y lloroso
porque se ha muerto su querido esposo."

- Decidle, doncella, que hay aquí un zorro joven que quisiera hacerle la corte.
- Bien, mi joven señor.

"Y subió la Gata, trip-trap.
Y llamó a la puerta, clip-clap.
-Señora Raposa, ¿estáis ahí?
-Sí, Gatita, cierto que sí.
-Hay un pretendiente que os solicita.
-¿Es guapo o es feo? Dímelo, Gatita."
 
¿Tiene también nueve hermosas colas pinceladas, como el señor Zorro, que en gloria esté?.
- ¡Oh, no! -respondió la gata-, tiene sólo una.
- Entonces no lo quiero.

Volvióse la gata a la puerta y despidió al pretendiente.

No tardaron en volver a llamar: era otro galán, que venía a solicitar a dama Raposa. Tenía éste dos colas, pero no logró más éxito que el primero. Y así fueron acudiendo otros, cada cual con una cola más que el anterior, y todos fueron despedidos, hasta que llegó, finalmente, uno que poseía nueve rabos, como el viejo señor Zorro. Al saberlo la viuda, dijo, alegre, a su doncella:

"¡Ábreme las puertas de par en par,
y el viejo zorro me vas a echar!."

Pero en cuanto se iba a celebrar la boda, saliendo el zorro viejo de debajo del banco, propinó un buen vapuleo a toda aquella chusma y los arrojó a la calle junto con dama Raposa.



Cuento segundo

Habiendo muerto el viejo señor Zorro, presentóse el Lobo en calidad de pretendiente. Llamó a la puerta, y la Gata, doncella de dama Raposa, acudió a abrir. Saludóla el Lobo y le dijo:

"Buenos días, señora Gatita.
¿Cómo estáis aquí tan solita?
¿Qué guisáis que tan bueno parece?."

Respondió la Gata:

"Sopitas de leche para merendar;
si os apetecen, os podéis quedar."

- Muchas gracias, señora Gata -respondió el Lobo-. ¿Está en casa dama Raposa?

Dijo la Gata:

"Está en su aposento,
hecha toda un lamento.
Triste tiene el rostro, triste y lloroso,
porque se ha muerto su querido esposo."
 
Replicó el Lobo:

"Si quiere volverse a casar,
no tiene más que bajar."

"La gata se sube al piso alto,
tres escalones de un salto,
llega a la puerta cerrada
y llama con la uña afilada.
-¿Estáis ahí, dama Raposa?
Si os queréis volver a casar,
no tenéis más que bajar."

Preguntó dama Raposa:

- ¿Lleva el señor calzoncitos rojos y tiene el hocico puntiagudo?
- No -respondió la Gata.
- Entonces no me sirve.

Despedido el Lobo, vino un perro, y luego, sucesivamente, un ciervo, una liebre, un oso, un león y todos los demás animales de la selva. Pero siempre carecían de alguna de las cualidades del viejo señor Zorro, y la Gata hubo de ir despachándolos uno tras otro. Finalmente, se presentó un zorro joven, y a la pregunta de dama Raposa: 
 
"¿Lleva calzoncitos rojos y tiene el hocico puntiagudo?," 
 
- "Sí -respondió la Gata-, sí que tiene todo eso."
 
- En tal caso, que suba -exclamó dama Raposa, y dio orden a la criada para que preparase la fiesta de la boda.

"Gata, barre el aposento
y echa por la ventana al zorro que está dentro.
Buenos y gordos ratones se traía,
pero él solo se los comía
y para mí nada había."

Celebróse la boda con el joven señor Zorro, y hubo baile y jolgorio, y si no han terminado es que siguen todavía.
 
 

martes, 24 de diciembre de 2013

Una visita de San Nicolás - Clement Clarke Moore

Vi hace un ratito en facebook que alguien hablaba de este poema de Clement Clark Moore y me dio curiosidad. C. C. Moore (1779-1863) fue un profesor universitario estadounidense que, por lo que encontré, de sus escritos sólo destaca el poema "Una visita de San Nicolás", publicado por primera vez en 1823 y dedicado a los niños. 
Dicen que es la primera vez que se menciona a Papá Noel (o san Nicolás o Santa Claus o como cada quien quiera llamarlo) en la literatura vestido de rojo, en un trineo tirado por renos y llenando medias con regalos. ¿Podría decirse que inició el mito navideño de la cultura estadounidense? No lo sé, pero aquí lo publico para compartirlo con ustedes.
A continuación de la traducción al español de Jhon Monsalve encontrarán el original en inglés.
¡Qué tengan felices fiestas! 



Una visita de San Nicolás 

Era la noche de Navidad, un poco antes de las doce,
A la hora en que todo está en calma, hasta los ratones.
Habíamos colgado nuestras medias en la chimenea,
Para que San Nicolás las encontrara cuando llegara.
Acurrucados y abrigados bajo las sábanas,
Los niños, juiciosos, estaban durmiéndose.
Mi mamá y yo, con nuestra ropa de dormir,
Acabábamos de apagar la vela,
Cuando afuera, un ruido de campana,
Me hizo salir rápidamente de la cama.
Fugaz como una flecha hacia la ventana,
Escruté la inmensidad del cielo estrellado.
Sobre la nieve, la luna brillante,
Iluminaba la noche como si fuese el día.
Abrí mis ojos, y aparecieron a lo lejos
Un trineo y ocho renos no más grandes que una mano,
Dirigidos por un pequeño y alegre personaje:
Era San Nicolás, yo lo sabía.
Sus corceles volaban como si tuvieran alas.
Y les cantaba, con el fin de animarlos:
« ¡Vamos, Tornado! ¡Vamos, Bailarín! ¡Vamos, Furia y Vestido!
¡En Cometa y Cupido! ¡Vamos relámpago y Trueno!
¡Directo a ese porche, hacia ese muro!
¡Vamos, vamos, mis amigos! ¡Al triple galope!”.
Similares a las hojas muertas, llevadas por el viento,
Que suben hacia el cielo para superar los obstáculos,
Los renos volaron hasta mi cabeza,
Con el trineo, los juguetes y San Nicolás.
Poco después oí sobre el techo resonar algo,
El pisoteo fogoso de sus pequeños zuecos,
La ventana estaba cerrada, y me volteé
En el preciso momento en que San Nicolás salía de la chimenea.
Su abrigo de piel, sus botas y su gorro
Estaban un poco sucios por la ceniza y el hollín.
Sobre su hombro, un saco lleno de juguetes
Le daba la apariencia de un extraño vendedor.
Tenía los cachetes rosados, unos hoyuelos encantadores,
Una nariz como una cereza y unos ojos brillantes.
Una boca pequeña que sonreía todo el tiempo,
Y una barba larga de un blanco muy puro.
De su pipa iluminada y atrancada entre sus dientes,
Subían en torbellino volutas de humo.
Tenía el rostro alegre, y su vientre redondo
Saltaba cuando reía, como un pequeño balón.
Era tan regordete, tan cachetón, este travieso duende,
Que no pude aguantar la risa, ni tapándome con la mano.
Pero con un guiño de ojo y una señal de la cabeza,
Me hizo comprender que yo no corría ningún peligro.
Luego sin decir una palabra, pues él tenía afán,
Se apresuró a llenar las medias, hasta el fondo,
Y se despidió poniéndose el dedo en la punta de la nariz,
Antes de desaparecer en la chimenea.
Oí el silbido de su tripulación,
Juntos se fueron como una pluma en el viento.
Antes de desaparecer, San Nicolás gritó:
“Feliz Navidad y feliz Noche Buena para todos”



A Visit from St. Nicholas
'Twas the night before Christmas, when all through the house
Not a creature was stirring, not even a mouse;
The stockings were hung by the chimney with care,
In hopes that St. Nicholas soon would be there; 
 The children were nestled all snug in their beds;
While visions of sugar-plums danced in their heads;
And mamma in her 'kerchief, and I in my cap,
Had just settled our brains for a long winter's nap, 
 When out on the lawn there arose such a clatter,
I sprang from my bed to see what was the matter.
Away to the window I flew like a flash,
Tore open the shutters and threw up the sash. 
 The moon on the breast of the new-fallen snow,
Gave a lustre of midday to objects below,
When what to my wondering eyes did appear,
But a miniature sleigh and eight tiny rein-deer, 
 With a little old driver so lively and quick,
I knew in a moment he must be St. Nick.
More rapid than eagles his coursers they came,
And he whistled, and shouted, and called them by name: 
 "Now, Dasher! now, Dancer! now Prancer and Vixen!
On, Comet! on, Cupid! on, Donder and Blixen!
To the top of the porch! to the top of the wall!
Now dash away! dash away! dash away all!" 
 As leaves that before the wild hurricane fly,
When they meet with an obstacle, mount to the sky;
So up to the housetop the coursers they flew
With the sleigh full of toys, and St. Nicholas too— 
 And then, in a twinkling, I heard on the roof
The prancing and pawing of each little hoof.
As I drew in my head, and was turning around,
Down the chimney St. Nicholas came with a bound. 
 He was dressed all in fur, from his head to his foot,
And his clothes were all tarnished with ashes and soot;
A bundle of toys he had flung on his back,
And he looked like a pedler just opening his pack.
His eyes—how they twinkled! his dimples, how merry!
His cheeks were like roses, his nose like a cherry!
His droll little mouth was drawn up like a bow,
And the beard on his chin was as white as the snow;
The stump of a pipe he held tight in his teeth,
And the smoke, it encircled his head like a wreath;
He had a broad face and a little round belly
That shook when he laughed, like a bowl full of jelly.
He was chubby and plump, a right jolly old elf,
And I laughed when I saw him, in spite of myself;
A wink of his eye and a twist of his head
Soon gave me to know I had nothing to dread;
He spoke not a word, but went straight to his work,
And filled all the stockings; then turned with a jerk,
And laying his finger aside of his nose,
And giving a nod, up the chimney he rose;
He sprang to his sleigh, to his team gave a whistle,
And away they all flew like the down of a thistle.
But I heard him exclaim, ere he drove out of sight—
“Happy Christmas to all, and to all a good night!”
Source: The Random House Book of Poetry for Children (Random House Inc., 1983)

El taller de Papá Noel - Silly Symphonies - Disney

En vísperas de esta nueva Navidad, recordé este corto animado de Disney. Ya hemos charlado de Silly Symphonies con "Los niños del agua" así que sólo diré que "El taller de Papá Noel" se realizó (o terminó de realizar, mejor dicho) en diciembre de 1932 (¡Cómo pasa el tiempo, che! :P)

¡Felices fiestas a todos! 


domingo, 22 de diciembre de 2013

Los duendecillos - Los hermanos Grimm

Se acerca Navidad y recuerdo el cuento primero de "Los duendecillos" (también conocido como "El zapatero y los duendes", "Los duendes y el zapatero" o "Los elfos y el zapatero") de los hermanos Grimm casi como una regla anual que me es inquebrantable. En sí no está relacionado con la Navidad; estimo que mi cabecita asocia eso de los zapatos y los duendes con Papá Noel y los regalos... o tal vez sea por la idea de milagro que viene implícita en ese relato. Vaya uno a saber... Pero "Los duendecillos" no relata sólo la historia del zapatero que estaba casi en la ruina. En realidad, son tres cuentos en uno: el del zapatero en quiebra (cuento primero), el de la criada pobre (cuento segundo) y el de la madre del bebé monstruo (cuento tercero). 
Aparentemente estos duendes traviesos a veces ayudan y a veces dan problemas :D
 




Cuento primero

Un zapatero se había empobrecido de tal modo, y no por culpa suya, que, al fin, no le quedaba ya más cuero que para un solo par de zapatos. Cortólos una noche, con propósito de coserlos y terminarlos al día siguiente; y como tenía tranquila la conciencia, acostóse plácidamente y, después de encomendarse a Dios, quedó dormido. A la mañana, rezadas ya sus oraciones y cuando iba a ponerse a trabajar, he aquí que encontró sobre la mesa los dos zapatos ya terminados. Pasmóse el hombre, sin saber qué decir ni qué pensar. Cogió los zapatos y los examinó bien de todos lados. Estaban confeccionados con tal pulcritud que ni una puntada podía reprocharse; una verdadera obra maestra.

A poco entró un comprador, y tanto le gustó el par, que pagó por él más de lo acostumbrado, con lo que el zapatero pudo comprarse cuero para dos pares. Los cortó al anochecer, dispuesto a trabajar en ellos al día siguiente, pero no le fue preciso, pues, al levantarse, allí estaban terminados, y no faltaron tampoco parroquianos que le dieron por ellos el dinero suficiente con que comprar cuero para cuatro pares. A la mañana siguiente otra vez estaban listos los cuatro pares, y ya, en adelante, lo que dejaba cortado al irse a dormir, lo encontraba cosido al levantarse, con lo que pronto el hombre tuvo su buena renta y, finalmente, pudo considerarse casi rico.

Pero una noche, poco antes de Navidad, el zapatero, que ya había cortado los pares para el día siguiente, antes de ir a dormir dijo a su mujer:

- ¿Qué te parece si esta noche nos quedásemos para averiguar quién es que nos ayuda de este modo?

A la mujer parecióle bien la idea; dejó una vela encendida, y luego los dos se ocultaron, al acecho, en un rincón, detrás de unas ropas colgadas.

Al sonar las doce se presentaron dos minúsculos y graciosos hombrecillos desnudos que, sentándose a la mesa del zapatero y cogiendo todo el trabajo preparado, se pusieron, con sus diminutos dedos, a punzar, coser y clavar con tal ligereza y soltura, que el zapatero no podía dar crédito a sus ojos. Los enanillos no cesaron hasta que todo estuvo listo; luego desaparecieron de un salto.

Por la mañana dijo la mujer:

- Esos hombrecitos nos han hecho ricos, y deberíamos mostrarles nuestro agradecimiento. Deben morirse de frío, yendo así desnudos por el mundo. ¿Sabes qué? Les coseré a cada uno una camisita, una chaqueta, un jubón y unos calzones, y, además, les haré un par de medias, y tú les haces un par de zapatitos a cada uno.

A lo que respondió el hombre:

- Me parece muy bien.

Y al anochecer, ya terminadas todas las prendas, las pusieron sobre la mesa, en vez de las piezas de cuero cortadas, y se ocultaron para ver cómo los enanitos recibirían el obsequio. A medianoche llegaron ellos saltando y se dispusieron a emprender su labor habitual; pero en vez del cuero cortado encontraron las primorosas prendas de vestir. Primero se asombraron, pero enseguida se pusieron muy contentos. Vistiéronse con presteza, y, alisándose los vestidos, pusiéronse a cantar:

"¿No somos ya dos mozos guapos y elegantes?
¿Por qué seguir de zapateros como antes?."

Y venga saltar y bailar, brincando por sobre mesas y bancos, hasta que, al fin, siempre danzando, pasaron la puerta. Desde entonces no volvieron jamás, pero el zapatero lo pasó muy bien todo el resto de su vida, y le salió a pedir de boca cuanto emprendió.
Ilustración realizada por Salomé Rodriguez

Cuento segundo

Érase una vez una pobre criada muy limpia y laboriosa; barría todos los días y echaba la basura en un gran montón, delante de la puerta. Una mañana, al ponerse a trabajar, encontró una carta en el suelo; pero como no sabía leer, puso la escoba en el rincón para ir a enseñarla a su señora. Y resultó ser una invitación de los enanillos que deseaban que la muchacha fuera madrina en el bautizo de un niño. La muchacha estaba indecisa; pero, al fin, tras muchas dudas y puesto que le decían que no estaba bien rehusar un ofrecimiento como aquel, resolvió aceptar.

Presentáronse entonces tres enanitos y la condujeron a una montaña hueca, que era su residencia. Todo era allí pequeño, pero tan lindo y primoroso, que no hay palabras para describirlo. La madre yacía en una cama de negro ébano, incrustada de perlas; las mantas estaban bordadas en oro; la cuna del niño era de marfil, y la bañera, de oro.

La muchacha ofició de madrina, y, terminado el bautismo, quiso volverse a su casa; pero los enanillos le rogaron con gran insistencia que se quedase tres días con ellos.

Accedió ella, y pasó aquel tiempo en medio de gran alegría y solaz, desviviéndose los enanos por obsequiarla. Al fin se dispuso a partir, y los hombrecitos le llenaron los bolsillos de oro y la acompañaron hasta la salida de la montaña.

Cuando llegó a su casa, queriendo reanudar su trabajo, cogió la escoba, que seguía en su rincón, y se puso a barrer. Salieron entonces de la casa unas personas desconocidas que le preguntaron quién era y qué hacía allí. Y es que no había pasado, en compañía de los enanos, tres días, como ella creyera, sino siete años, y, entretanto, sus antiguos señores habían muerto.


Ilustración de Ale Firszt
 
Cuento tercero

Los duendecillos habían quitado a una madre su hijito de la cuna, reemplazándolo por un monstruo de enorme cabeza y ojos inmóviles, que no quería sino comer y beber. En su apuro, la mujer fue a pedir consejo a su vecina, la cual le dijo que llevase el monstruo a la cocina, lo sentase en el hogar y luego, encendiendo fuego, hirviese agua en dos cáscaras de huevo. Aquello haría reír al monstruo, y, sólo con que riera una vez, se arreglaría todo.

Siguió la mujer las instrucciones de la vecina. Al poner al fuego las dos cáscaras de huevo llenas de agua, dijo el monstruo:

"Muy viejo soy, pasé por mil situaciones;
pero jamás vi que nadie hirviera agua en cascarones."

Y prorrumpió en una gran carcajada. A su risa comparecieron repentinamente muchos duendecillos que traían al otro niño. Lo depositaron en el hogar y se marcharon con el monstruo.


jueves, 19 de diciembre de 2013

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XXXI, XXXII y XXXIII - FINAL

Viene de Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XXIX y XXX 


XXXI

Y despues de estas palabras,
que ya la intencion revelan,
4525 procurando los presentes
que no se armára pendencia,
se pusieron de por medio
y la cosa quedó quieta.
Martin Fierro y los muchachos,
4530 evitando la contienda,
montaron y paso á paso,
como el que miedo no lleva,
a la costa de un arroyo
llegaron á echar pié á tierra.
4535 Desencillaron los pingos
y se sentaron en rueda,
refiriéndose entre sí
infinitas menudencias,
porque tiene muchos cuentos
4540 y muchos hijos la ausencia.
Allí pasaron la noche
a la luz de las estrellas,
porque ese es un cortínao
que lo halla uno donde quiera,
4545 y el gaucho sabe arreglarse
como ninguno se arregla.
El colchon son las caronas,
el lomillo es cabecera,
el coginillo es blandura,
4550 y con el poncho ó la gerga,
para salvar del rocío
se cubre hasta la cabeza.
Tiene su cuchillo al lado,
pues la precaucion es buena;
4555 freno y rebenque á la mano,
y teniendo el pingo cerca,
que pa asigurarlo bien
la argolla del lazo entierra
aunque el atar con el lazo
4560 dá del hombre mala idea,
se duerme ansi muy tranquilo
todita la noche entera;
y si es lejos del camino,
como manda la prudencia,
4565 mas siguro que en su rancho
uno ronca á pierna suelta,
pues en el suelo no hay chinches,
y es una cuja camera
que no ocasiona disputas
4570 y que naides se la niega.
Ademas de eso, una noche
la pasa uno como quiera,
y las va pasando todas
haciendo la mesma cuenta.
4575 Y luego los pajaritos,
al aclarar lo despiertan,
porque el sueño no lo agarra
a quien sin cenar se acuesta.
Ansi, pues, aquella noche
4580 jué para ellos una fiesta,
pues todo parece alegre
cuando el corazon se alegra.
No pudiendo vivir juntos
por su estado de pobreza,
4585 resolvieron separarse,
y que cada cual se juera
a preocurarse un refujio
que aliviára su miseria.
Y antes de desparramarse
4590 para empezar vida nueva,
en aquella soledá
Martin Fierro con prudencia,
a sus hijos y al de Cruz
les habló de esta manera:

XXXII

4595 Un padre que dá consejos
mas que Padre es un amigo;
ansi, como tal les digo
que vivan con precaucion:
naide sabe en qué rincon
4600 se oculta el que es su enemigo.

Yo nunca tuve otra escuela
que una vida desgraciada;
no estrañen si en la jugada
alguna vez me equivoco,
4605 pues debe saber muy poco
aquel que no aprendió nada.

Hay hombres que de su cencia
tienen la cabeza llena;
hay sabios de todas menas,
4610 mas digo, sin ser muy ducho:
es mejor que aprender mucho
el aprender cosas buenas.

No aprovechan los trabajos
si no han de enseñarnos nada;
4615 el hombre, de una mirada
todo ha de verlo al momento:
el primer conocimiento
es conocer cuando enfada.

Su esperanza no la cifren
4620 nunca en corazon alguno;
en el mayor infortunio
pongan su confianza en Dios;
de los hombres, sólo en uno,
con gran precaucion, en dos.

4625 Las faltas no tienen límites
como tienen los terrenos,
se encuentran en los mas buenos,
y es justo que les prevenga:
aquél que defetos tenga
4630 disimule los agenos.

Al que es amigo, jamas
lo dejen en la estacada;
pero no le pidan nada
ni lo aguarden todo de él:
4635 siempre el amigo mas fiel
es una conduta honrada.

Ni el miedo ni la codicia
es bueno que á uno lo asalten,
ansi, no se sobresalten
4640 por los bienes que perezcan;
al rico nunca le ofrezcan
y al pobre jamas le falten.

Bien lo pasa hasta entre Pampas
el que respeta á la gente;
4645 el hombre ha de ser prudente
para librarse de enojos;
cauteloso entre los flojos,
moderado entre valientes.

El trabajar es la ley,
4650 porque es preciso alquirir;
no se espongan á sufrir
una triste situacion:
sangra mucho el corazon
del que tiene que pedir.

4655 Debe trabajar el hombre
para ganarse su pan;
pues la miseria en su afan
de perseguir de mil modos,
llama en la puerta de todos
4660 y entra en la del haragan.

A ningun hombre amenacen
porque naides se acobarda;
poco en conocerlo tarda
quien amenaza imprudente,
4665 que hay un peligro presente
y otro peligro se aguarda.

Para vencer un peligro,
salvar de cualquier abismo,
por esperencia lo afirmo:
4670 mas que el sable y que la lanza
suele servir la confianza
que el hombre tiene en si mismo.

Nace el hombre con la astucia
que ha de servirle de guia;
4675 sin ella sucumbiria,
pero, sigun mi esperencia,
se vuelve en unos prudencia
y en los otros picardia.

Aprovecha la ocasion
4680 el hombre que es diligente;
y tenganló bien presente
si al compararla no yerro:
la ocasion es como el fierro,
se ha de machacar caliente.

4685 Muchas cosas pierde el hombre
que á veces las vuelve á hallar;
pero les debo enseñar,
y es bueno que lo recuerden:
si la vergüenza se pierde
4690 jamas se vuelve á encontrar.

Los hermanos sean unidos,
porque esa es la ley primera;
tengan union verdadera
en cualquier tiempo que sea,
4695 porque si entre ellos pelean
los devoran los de ajuera.

Respeten á los ancianos
el burlarlos no es hazaña;
si andan entre gente estraña
4700 deben ser muy precabidos,
pues por igual es tenido
quien con malos se acompaña.

La cigüeña, cuando es vieja
pierde la vista, y procuran
4705 cuidarla en su edá madura
todas sus hijas pequeñas:
apriendan de las cigüeñas
este ejemplo de ternura.

Si les hacen una ofensa,
4710 aunque la echen en olvido,
vivan siempre prevenidos;
pues ciertamente sucede
que hablará muy mal de ustedes
aquel que los ha ofendido.

4715 El que obedeciendo vive
nunca tiene suerte blanda;
mas con su soberbia agranda
el rigor en que padece:
obedezca el que obedece
4720 y será bueno el que manda.

Procuren de no perder
ni el tiempo ni la vergüenza;
como todo hombre que piensa
procedan siempre con juicio,
4725 y sepan que ningun vicio
acaba donde comienza.

Ave de pico encorvado
le tiene al robo aficion;
pero el hombre de razon
4730 no roba jamas un cobre,
pues no es vergüenza ser pobre
y es vergüenza ser ladron.

El hombre no mate al hombre
ni pelee por fantasia;
4735 tiene en la desgracia mia
un espejo en qué mirarse:
saber el hombre guardarse
es la gran sabiduria.

La sangre que se redama
4740 no se olvida hasta la muerte;
la impresion es de tal suerte,
que á mi pesar, no lo niego,
cai como gotas de fuego
en la alma del que la vierte.

4745 Es siempre, en toda ocasion,
el trago el pior enemigo;
con cariño se los digo,
reacuerdenló con cuidado;
aquel que ofiende embriagado
4750 merece doble castigo.

Si se arma algun revolutis
siempre han de ser los primeros;
no se muestren altaneros
aunque la razon les sobre:
4755 en la barba de los pobres
aprienden pa ser barberos.

Si entregan su corazon
a alguna muger querida,
no le hagan una partida
4760 que la ofienda á la muger:
siempre los ha de perder
una muger ofendida.

Procuren, si son cantores,
el cantar con sentimiento,
4765 no tiemplen el estrumento
por solo el gusto de hablar,
y acostumbrense á cantar
en cosas de jundamento.

Y les doy estos consejos,
4770 que me ha costado alquirirlos,
porque deseo dirijirlos;
pero no alcanza mi cencia
hasta darles la prudencia
que precisan pa seguirlos.

4775 Estas cosas y otras muchas,
medité en mis soledades;
sepan que no hay falsedades
ni error en estos consejos:
es de la boca del viejo
4780 de ande salen las verdades.

XXXIII

Despues, á los cuatro vientos
los cuatro se dirijieron;
una promesa se hicieron
que todos debian cumplir;
4785 mas no la puedo decir,
pues secreto prometieron.

Les alvierto solamente,
y esto á ninguno le asombre,
pues muchas veces el hombre
4790 tiene que hacer de ese modo:
convinieron entre todos
en mudar allí de nombre.

Sin ninguna intencion mala
lo hicieron, no tengo duda;
4795 pero es la verdá desnuda,
siempre suele suceder:
aquel que su nombre muda
tiene culpas que esconder.

Y ya dejo el estrumento
4800 conque he divertido á ustedes;
todos conocerlo pueden
que tuve costancia suma:
éste es un boton de pluma
que no hay quien lo desenriede.

4805 Con mi deber he cumplido
y ya he salido del paso;
pero diré, por si acaso,
pa que me entiendan los criollos:
todavía me quedan rollos
4810 por si se ofrece dar lazo.

Y con esto me despido
sin espresar hasta cuando;
siempre corta por lo blando
el que busca lo siguro;
4815 mas yo corto por lo duro,
y ansi he de seguir cortando.

Vive el águila en su nido,
el tigre vive en la selva,
el zorro en la cueva agena,
4820 y, en su destino incostante,
solo el gaucho vive errante
donde la suerte lo lleva.

Es el pobre en su horfandá
de la fortuna el desecho,
porque naides toma á pecho
el defender á su raza;
debe el gaucho tener casa,
Escuela, Iglesia y derechos.

Y han de concluir algun dia
4830 estos enriedos malditos;
la obra no la facilito
porque aumentan el fandango
los que están como el chimango,
sobre el cuero y dando gritos.

4835 Mas Dios ha de permitir
que esto llegue á mejorar,
pero se ha de recordar
para hacer bien el trabajo,
que el fuego, pa calentar,
4840 debe ir siempre por abajo.

En su ley está el de arriba
si hace lo que le aproveche:
de sus favores sospeche
hasta el mesmo que lo nombra:
4845 siempre es dañosa la sombra
del árbol que tiene leche.

Al pobre al menor descuido
lo levantan de un sogazo;
pero yo compriendo el caso
4850 y esta consecuencia saco:
el gaucho es el cuero flaco,
da los tientos para el lazo.

Y en lo que esplica mi lengua
todos deben tener fé;
4855 ansi, pues, entiéndanme,
con codicias no me mancho:
no se ha de llover el rancho
en donde éste libro, esté.

Permítanme descansar,
4860 ¡pues he trabajado tanto!
En este punto me planto
y á continuar me resisto;
éstos son treinta y tres cantos,
que es la mesma edá de Cristo.

4865 Y guarden estas palabras
que les digo al terminar:
en mi obra he de continuar
hasta dárselas concluida,
si el ingenio ó si la vida
4870 no me llegan á faltar.

Y si la vida me falta,
tenganló todos por cierto;
que el gaucho, hasta en el desierto,
sentirá en tal ocasion
4875 tristeza en el corazon
al saber que yo estoy muerto.

Pues son mis dichas desdichas
las de todos mis hermanos;
ellos guardarán ufanos
4880 en su corazon mi historia;
me tendrán en su memoria
para siempre mis paisanos.

Es la memoria un gran don,
calidá muy meritoria;
4885 y aquellos que en esta historia
sospechen que les doy palo,
sepan que olvidar lo malo
tambien es tener memoria.

Mas naides se crea ofendido,
pues á ninguno incomodo;
y si canto de este modo
por encontrarlo oportuno,
NO ES PARA MAL DE NINGUNO
SINÓ PARA BIEN DE TODOS.

FIN






miércoles, 18 de diciembre de 2013

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XXIX y XXX

Viene de Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XXVI, XXVII y XXVIII




XXIX

Esto contó Picardia
y despues guardó silencio,
mientras todos celebraban
3890 con placer aquel encuentro.
Mas una casualidá,
como que nunca anda lejos,
entre tanta gente blanca
llevó tambien á un moreno,
3895 presumido de cantor
y que se tenia por bueno.
Y como quien no hace nada,
o se descuida de intento,
pues siempre es muy conocido
3900 todo aquel que busca pleito,
se sentó con toda calma,
echó mano al estrumento
y ya le pegó un rajido;
era fantástico el negro,
3905 y para no dejar dudas
medio se compuso el pecho.
Todo el mundo conoció
la intencion de aquel moreno:
era claro el desafio
3910 dirijido á Martin Fierro,
hecho con toda arrogancia,
de un modo muy altanero.
Tomó Fierro la guitarra,
pues siempre se halla dispuesto,
3915 y ansi cantaron los dos
en medio de un gran silencio:


XXX

MARTIN FIERRO

Mientras suene el encordao,
mientras encuentre el compas,
yo no he de quedarme atrás
3920 sin defender la parada;
y he jurado que jamas
me la han de llevar robada.

Atiendan, pues, los oyentes
y cayensé los mirones;
3925 a todos pido perdones,
pues á la vista resalta
que no está libre de falta
quien no está de tentaciones.

A un cantor lo llaman bueno,
3930 cuando es mejor que los piores;
y sin ser de los mejores,
encontrándose dos juntos,
es deber de los cantores
el cantar de contra-punto.

3935 El hombre debe mostrarse
cuando la ocasion le llegue;
hace mal el que se niegue
dende que lo sabe hacer,
y muchos suelen tener
3940 v anagloria en que los rueguen.

Cuando mozo fui cantor,
es una cosa muy dicha
mas la suerte se encapricha
y me persigue costante:
3945 de ese tiempo en adelante
canté mis propias desdichas.

Y aquellos años dichosos
trataré de recordar;
veré si puedo olvidar
3950 tan desgraciada mudanza,
y quien se tenga confianza,
tiemple1 y vamos á cantar.

Tiemple y cantaremos juntos,
trasnochadas no acobardan;
3955 los concurrentes aguardan,
y porque el tiempo no pierdan,
haremos gemir las cuerdas
hasta que las velas no ardan.

Y el cantor que se presiente,
3960 que tenga ó nó quien lo ampare,
no espere que yo dispare
aunque su saber sea mucho;
vamos en el mesmo pucho
a prenderle hasta que aclare.

3965 Y seguiremos si gusta
hasta que se vaya el dia;
era la costumbre mía
cantar las noches enteras:
había entonces, donde quiera,
3970 cantores de fantasía.

Y si alguno no se atreve
a seguir la caravana,
o sí cantando no gana,
se lo digo sin lisonja:
3975 haga sonar una esponja
o ponga cuerdas de lana.


EL MORENO

Yo no soy señores mios,
sinó un pobre guitarrero;
pero doy gracias al cielo
3980 porque puedo, en la ocasion,
toparme con un cantor
que esperimente á este negro.

Yo tambien tengo algo blanco,
pues tengo blancos los dientes;
3985 sé vivir entre las gentes
sin que me tengan en menos:
quien anda en pagos ajenos
debe ser manso y prudente.

Mí madre tuvo diez hijos,
3990 los nueve muy regulares;
tal vez por eso me ampare
la Providencia divina:
en los güevos de gallina
el décimo es el mas grande.

3995 El negro es muy amoroso,
aunque de esto no hace gala;
nada á su cariño iguala
ni á su tierna voluntá;
es lo mesmo que el macá:
4000 cria los hijos bajo el ála.

Pero yo he vivido libre
y sin depender de naides;
siempre he cruzado á los aires
como el pájaro sin nido;
4005 cuanto sé lo he aprendido
porque me lo enseñó un flaire.

Y sé como cualquier otro
el porqué retumba el trueno,
porqué son las estaciones
4010 del verano y del invierno;
sé tambien de donde salen
las aguas que cain del Cielo.

Yo sé lo que hay en la tierra
en llegando al mesmo centro;
4015 en donde se encuentra el oro,
en donde se encuentra el fierro,
y en dónde viven bramando
los volcanes que echan juego.

Yo sé del fondo del mar
4020 donde los pejes nacieron;
yo sé porque crece el árbol,
y porqué silvan los vientos;
cosas que moran los blancos
las sabe este pobre negro.

4025 Yo tiro cuando me tiran,
cuando me aflojan, aflojo;
no se ha de morir de antojo
quien me convide á cantar:
para conocer á un cojo
4030 lo mejor es verlo andar.

Y si una falta cometo
en venir á esta riunion
echándola de cantor,
pido perdon en voz alta,
4035 pues nunca se halla una falta
que no esista otra mayor.

De lo que un cantor esplica
no falta que aprovechar,
y se le debe escuchar
4040 aunque sea negro el que cante:
apriende el que es inorante,
y el que es sábio, apriende mas.

Bajo la frente mas negra
hay pensamiento y hay vida;
4045 la gente escuche tranquila,
no me haga ningun reproche:
tambien es negra la noche
y tiene estrellas que brillan.

Estoy, pues, á su mandao,
4050 empiece á echarme la sonda
si gusta que le responda,
aunque con lenguaje tosco:
en leturas no conozco
la jota por ser redonda.

MARTIN FIERRO

4055 Ah! negro, si sos tan sábio
no tengás ningun recelo:
pero has tragao el anzuelo
y, al compas del estrumento,
has de decirme al momento
4060 cual es el canto del cielo.

EL MORENO

Cuentan que de mi color
Dios hizo al hombre primero;
mas los blancos altaneros,
los mesmos que lo convidan,
4065 hasta de nombrarlo olvidan
y solo lo llaman negro.

Pinta el blanco negro al diablo,
y el negro, blanco lo pinta;
blanca la cara ó retinta,
4070 no habla en contra ni á favor:
de los hombres el Criador
no hizo dos clases distintas.

Y despues de esta alvertencia
que al presente viene á pelo,
4075 veré, señores, si puedo,
sigun mi escaso saber,
con claridá responder
cual es el canto del cielo.

Los cielos lloran y cantan
4080 hasta en el mayor silencio;
lloran al cair el rocío,
cantan al silvar los vientos,
lloran cuando cain las aguas,
cantan cuando brama el trueno.

MARTIN FIERRO

4085 Dios hizo al blanco y al negro
sin declarar los mejores;
les mandó iguales dolores
bajo de una mesma cruz;
mas tambien hizo la luz
4090 pa distinguir los colores.

Ansi ninguno se agravie;
no se trata de ofender;
a todo se ha de poner
el nombre con que se llama,
4095 y á naides le quita fama
lo que recibió al nacer.

Y ansi me gusta un cantor
que no se turba ni yerra;
y sí en tu saber se encierra
4100 el de los sábios projundos,
decime cual en el mundo
es el canto de la tierra.

EL MORENO

Es pobre mi pensamiento,
es escasa mi razon;
4105 mas pa dar contestación
mi inorancia no me arredra;
tambien dá chispas
la piedra si la golpea el eslabon.

Y le daré una respuesta
4110 sigun mis pocos alcances:
forman un canto en la tierra
el dolor de tanta madre,
el gemir de los que mueren
y el llorar de los que nacen.

MARTIN FIERRO

4115 Moreno, alvierto que trais
bien dispuesta la garganta
sos varon, y no me espanta
verte hacer esos primores
en los pájaros cantores
4120 solo el macho es el que canta.

Y ya que al mundo vinistes
con el sino de cantar,
no te vayas á turbar,
no te agrándes ni te achíques:
4125 es preciso que me espliques
cual es el canto del mar.

EL MORENO

A los pájaros cantores
ninguno imitar pretiende;
de un don que de otro depende
4130 naides se debe alabar,
pues la urraca apriende hablar
pero solo la hembra apriende.

Y ayúdame ingenio mio
para ganar esta apuesta;
4135 mucho el contestar me cuesta
pero debo contestar:
voy á decirle en respuesta
cual es el canto del mar.

Cuando la tormenta brama,
4140 el mar que todo lo encierra
canta de un modo que aterra,
como si el mundo temblara;
parece que se quejára
de que lo estreche la tierra.

MARTIN FIERRO

4145 Toda tu sabiduría
has de mostrar esta vez;
ganarás solo que estés
en vaca con algun santo:
la noche tiene su canto,
4150 y me has de decir cual es.

EL MORENO

No galope, que hay augeros,
le dijo á un guapo un prudente;
le contesto humildemente:
la noche por canto tiene
4155 esos ruidos que uno siente
sin saber de donde vienen.

Son los secretos misterios
que las tinieblas esconden;
son los écos que responden
4160 a la voz del que dá un grito,
como un lamento infinito
que viene no sé de donde.

A las sombras solo el Sol
las penetra y las impone;
4165 en distintas direciones
se oyen rumores inciertos:
son almas de los que han muerto
que nos piden oraciones.

MARTIN FIERRO

Moreno, por tus respuestas
4170 ya te aplico el cartabón,
pues tenés desposición
y sos estruido de yapa;
ni las sombras se te escapan
para dar esplicación.

4175 Pero cumple su deber
el leal diciendo lo cierto,
y por lo tanto te alvierto
que hemos de cantar los dos,
dejando en la paz de Dios
4180 las almas de los que han muerto.

Y el consejo del prudente
no hace falta en la partida;
siempre ha de ser comedida
la palabra de un cantor:
4185 y aura quiero que me digas
de dónde nace el amor.

EL MORENO

A pregunta tan escura
trataré de responder,
aunque es mucho pretender
4190 de un pobre negro de Estancia;
mas conocer su inorancia
es principio del saber.

Ama el pájaro en los aires
que cruza por donde quiera,
4195 y si al fin de su carrera
se asienta en alguna rama,
con su alegre canto llama
a su amante compañera.

La fiera ama en su guarida
4200 de la que es rey y señor;
alli lanza con furor
esos bramidos que espantan,
porque las fieras no cantan:
las fieras braman de amor.

Ama en el fondo del mar
el pez de lindo color;
ama el hombre con ardor,
ama todo cuanto vive;
de Dios vida se recibe,
4210 y donde hay vida, hay amor.

MARTÍN FIERRO

Me gusta, negro ladino,
lo que acabás de esplicar;
ya te empiezo á respetar,
aunque al principio me rey,
4215 y te quiero preguntar
lo que entendés por la ley.

EL MORENO

Hay muchas dotorerías
que yo no puedo alcanzar;
dende que aprendí á morar
4220 de ningun saber me asombro;
mas no ha de llevarme al hombro
quien me convide á cantar.

Yo no soy cantor ladino
y mi habilidá es muy poca;
4225 mas cuando cantar me toca
me defiendo en el combate,
porque soy como los mates:
sirvo si me abren la boca.

Dende que elige á su gusto,
4230 lo mas espinoso elige;
pero esto poco me aflige,
y le contesto á mi modo:
la ley se hace para todos,
mas solo al pobre le rige.

4235 La ley es tela de araña,
en mi inorancia lo esplico:
no la tema el hombre rico,
nunca la tema el que mande,
pues la ruempe el vicho grande
4240 y solo enrieda á los chicos.

Es la ley como la lluvia:
nunca puede ser pareja;
el que la aguanta se queja,
pero el asunto es sencillo,
4245 la ley es como el cuchillo:
no ofende á quien lo maneja.

Le suelen llamar espada,
y el nombre le viene bien;
los que la gobiernan ven
4250 a donde han de dar el tajo:
le cai al que se halla abajo
y corta sin ver á quien.

Hay muchos que son dotores,
y de su cencia no dudo;
4255 mas yo soy un negro rudo,
y aunque de esto poco entiendo,
estoy diariamente viendo
que aplican la del embudo.

MARTIN FIERRO

Moreno, vuelvo á decirte:
4260 ya conozco tu medida;
has aprovechao la vida
y me alegro de este encuentro;
ya veo que tenes adentro
capital pa ésta partida.

4265 Y áura te voy á decir,
porque en mi deber está,
y hace honor á la verdá
quien á la verdá se duebla,
que sos por juera tinieblas
4270 y por dentro claridá.

No ha de decirse jamas
que abusé de tu pacencia;
y en justa correspondencia,
si algo queres preguntar,
4275 podes al punto empezar,
pues ya tenes mi licencia.

EL MORENO

No te trábes lengua mia,
no te vayas á turbar;
nadie acierta antes de errar
4280 y, aunque la fama se juega,
el que por gusto navega
no debe temerle al mar.

Voy á hacerle mis preguntas,
ya que á tanto me convida;
4285 y vencerá en la partida
si una esplicacion me dá
sobre el tiempo y la medida,
el peso y la cantidá.

Suya será la vitoria
4290 si es que sabe contestar;
se lo debo declarar
con claridá, no se asombre,
pues hasta aura ningun hombre,
me lo ha sabido esplicar.

4295 Quiero saber y lo inoro,
pues en mis libros no está,
y su respuesta vendrá
a servirrne de gobierno;
para que fin el Eterno
4300 ha criado la cantidá.

MARTIN FIERRO

Moreno te dejás cair
como carancho en su nido;
ya veo que sos prevenido,
mas tambien estoy dispuesto;
4305 veremos si te contesto
y si te das por vencido.

Uno es el sol, uno el mundo,
sola y única es la luna;
ansi, han de saber que Dios
4310 no crió cantidá ninguna.
El ser de todos los seres
solo formó la unidá;
lo demas lo ha criado el hombre
despues que aprendió á contar.

EL MORENO

4315 Veremos si á otra pregunta
dá una respuesta cumplida:
el ser que ha criado la vida
lo ha de tener en su archivo,
mas yo inoro que motivo
4320 tuvo al formar la medida.

MARTIN FIERRO

Escuchá con atencion
yo que en mi inorancia arguyo:
la medida la inventó
el hombre para bien suyo.
4325 Y la razon no te asombre,
pues es fácil presumir:
Dios no tenia que medir
sinó la vida del hombre.

EL MORENO

Si no falla su saber
4330 por vencedor lo confieso;
debe aprender todo eso
quien á cantar se dedique;
y aura quiero que me esplique
lo que sinifica el peso.

MARTIN FIERRO

4335 Dios guarda entre sus secretos
el secreto que eso encierra,
y mandó que todo peso
cayera siempre á la tierra;
y sigun compriendo yo,
4340 dende que hay bienes y males,
fué el peso para pesar
las culpas de los mortales.

EL MORENO

Si responde á esta pregunta
tengasé por vencedor;
4345 doy la derecha al mejor;
y respondame al momento:
cuándo formó Dios el tiempo
y porque lo dividió.

MARTIN FIERRO

Moreno, voy á decir
4350 algun mi saber alcanza:
el tiempo solo es tardanza
de lo que está por venir;
no tuvo nunca principio
ni jamas acabará,

4355 Porque el tiempo es una rueda,
y rueda es eternidá;
y si el hombre lo divide
solo lo hace, en mi sentir,
por saber lo que ha vívido
4360 o le resta que vivir.

Ya te he dado mis respuestas,
mas no gana quien despunta:
si tenés otra pregunta
o de algo te has olvidao,
4365 siempre estoy á tu mandao
para sacarte de dudas.

No procedo por soberbia
ni tampoco por jatancia,
mas no ha de faltar costancia
4370 cuando es preciso luchar;
y te convido á cantar
sobre cosas de la Estancia.

Ansi prepará, moreno,
cuanto tu saber encierre;
4375 y sin que tu lengua yerre,
me has de decir lo que empriende
el que del tiempo depende,
en los meses que train erre.

EL MORENO

De la inorancia de naides
4380 ninguno debe abusar;
y aunque me puede doblar
todo el que tenga mas arte,
no voy á ninguna parte
a dejarme machetiar.

4385 He reclarao que en leturas
soy redondo como jota;
no avergüence mi redota,
pues con claridá le digo:
no me gusta que conmigo
4390 naide juegue á la pelota.

Es buena ley que el mas lerdo
debe perder la carrera;
ansi le pasa á cualquiera,
cuando en competencia se halla
4395 un cantor de media talla
con otro de talla entera.

No han visto en medio del campo
al hombre que anda perdido,
dando güeltas aflijido
4400 sin saber donde rumbiar
Ansi le suele pasar
a un pobre cantor vencido.

Tambien los árboles crugen
si el ventarron los azota;
4405 y sí aquí mi queja brota
con amargura, consiste
en que es muy larga y muy triste
la noche de la redota.

Y dende hoy en adelante,
4410 pongo de testigo al cielo
para seguir sin recelo
que, sí mí pecho se inflama,
no cantaré por la fama
sinó por buscar consuelo.

4415 Vive ya desesperado
quien no tiene que esperar;
a lo que no ha de durar
ningún cariño se cobre:
alegrias en un pobre
4420 son anuncios de un pesar.

Y este triste desengaño
me durará mientras viva;
aunque un consuelo reciba
jamas he de alzar el vuelo:
4425 quien no nace para el cielo
de valde es que mire arriba.

Y suplico á cuantos me oigan
que me permitan decir
que al decidirme á venir
4430 no sólo jué por cantar,
sinó porque tengo á mas
otro deber que cumplir.

Ya saben que de mi madre
fueron diez los que nacieron;
4435 mas ya no esiste el primero
y mas querido de todos:
murió, por injustos modos,
a manos de un pendenciero.

Los nueve hermanos restantes
4440 como güerfanos quedamos;
dende entonces lo lloramos
sin consuelo, creanmeló,
y al hombre que lo mató
nunca jamas lo encontramos.

4445 Y queden en paz los güesos
de aquel hermano querido;
a moverlos no he venido,
mas, si el caso se presienta,
espero en Dios que esta cuenta
4450 se arregle como es debido.

Y si otra ocasion payamos
para que esto se complete,
por mucho que lo respete
cantaremos, si le gusta,
4455 sobre las muertes injustas
que algunos hombres cometen.

Y aquí, pues, señores mios,
diré, como en despedida,
que todavía andan con vida,
4460 los hermanos del dijunto,
que recuerdan este asunto
y aquella muerte no olvidan.

Y es misterio tan projundo
lo que está por suceder,
4465 que no me debo meter
a echarla aquí de adivino:
lo que decida el destino
despues lo habrán de saber.

MARTIN FIERRO

Al fin cerrastes el pico
4470 despues de tanto charlar;
ya empezaba á maliciar,
al verte tan entonao,
que traias un embuchao
y no lo querias largar.

4475 Y ya que nos conocemos,
basta de conversacion;
para encontrar la ocasion
no tienen que darse priesa:
ya conozco yo que empiesa
4480 otra clase de junción.

Yo no se lo que vendrá,
tampoco soy adivino;
pero firme en mi camino
hasta el fin he de seguir:
4485 todos tienen que cumplir
con la ley de su destino.

Primero fué la frontera
por persecucion de un Juez,
los indios fueron despues,
4490 y, para nuevos estrenos,
aura son estos morenos
pa alivio de mi vejez.

La madre echó diez al mundo,
lo que cualquiera no hace;
4495 y tal vez de los diez pase
con iguales condiciones:
la mulita pare nones,
todos de la mesma clase.

A hombre de humilde color
4500 nunca sé facilitar;
cuando se llega á enojar
suele ser de mala entraña;
se vuelve como la araña,
siempre dispuesta á picar.

4505 Yo he conocido á toditos
los negros mas peliadores;
habia algunos superiores
de cuerpo y de vista... ¡ayjuna!
si vivo, les daré una...
4510 historia de las mejores.

Mas cada uno ha de tirar
en el yugo en que se vea;
yo ya no busco peleas,
las contiendas no me gustan;
4515 pero ni sombras me asustan
ni bultos que se menean.

La creia ya desollada,
mas todavía falta el rabo,
y por lo visto no acabo
4520 de salir de esta jarana;
pues esto es lo que se llama