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viernes, 29 de noviembre de 2013

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos III, IV y V

Viene de "Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos I y II"





III

De ese modo nos hallamos
empeñaos en la partida:
no hay que darla por perdida
por dura que sea la suerte,
335 ni que pensar en la muerte
sinó en soportar la vida.

Se endurece el corazon,
no teme peligro alguno;
por encontrarlo oportuno
340 alli juramos los dos
respetar tan solo á Dios:
de Dios abajo, á ninguno.

El mal es árbol que crece
y que cortado retoña;
345 la gente esperta ó visoña
sufre de infinitos modos:
la tierra es madre de todos,
pero tambien dá ponzoña.

Mas todo varon prudente
350 sufre tranquilo sus males;
yo siempre los hallo iguales
en cualquier senda que elijo:
la desgracia tiene hijos
aunque ella no tiene madre.

355 Y al que le toca la herencia,
donde quiera halla su ruina;
lo que la suerte destina
no puede el hombre evitar:
porque el cardo ha de pinchar
360 es que nace con espina.

Es el destino del pobre
un continuo safarrancho,
y pasa como el carancho,
porque el mal nunca se sacia
365 si el viento de la desgracia
vuela las pajas del rancho.

Mas quien manda los pesares
manda tambien el consuelo;
la luz que baja del cielo
370 alumbra al mas encumbrao,
y hasta el pelo mas delgao
hace su sombra en el suelo.

Pero por mas que uno sufra
un rigor que lo atormente,
375 no debe bajar la frente nunca,
por ningun motivo:
el álamo es mas altivo
y gime constantemente.
. . . . . . . . . . . . . . . . .

El indio pasa la vida
380 robando ó echao de panza;
la única ley es la lanza
a que se ha de someter;
lo que le falta en saber
lo suple con desconfianza.

385 Fuera cosa de engarzarlo
a un indio caritativo;
es duro con el cautivo,
le dan un trato horroroso,
es astuto y receloso,
390 es audaz y vengativo.

No hay que pedirle favor
ni que aguardar tolerancia;
movidos por su inorancia
y de puro desconfiaos,
395 nos pusieron separaos
bajo sutil vigilancia.

No pude tener con Cruz
ninguna conversacion;
no nos daban ocasion,
400 nos trataban como agenos:
como dos años lo menos
duró ésta separacion.

Relatar nuestras penurias
fuera alargar el asunto;
405 les diré sobre este punto
que á los dos años recién
nos hizo el cacique el bien
de dejarnos vivir juntos.

Nos retiramos con Cruz
410 a la orilla de un pajal:
por no pasarlo tan mal
en el desierto infinito,
hicimos como un bendito
con dos cueros de bagual.

415 Fuimos á esconder
allí nuestra pobre situacion,
aliviando con la union
aquel duro cautiverio;
tristes como un cementerio
420 al toque de la oracion.

Debe el hombre ser valiente
si á rodar se determina,
primero, cuando camina;
segundo, cuando descansa;
425 pues en aquellas andanzas
perece el que se acoquina.

Cuando es manso el ternerito
en cualquier vaca se priende;
el que es gaucho esto lo entiende
430 y há de entender si le digo,
que andabamos con mi amigo
como pan que no se vende.

Guarecidos en el toldo
charlábamos mano á mano;
435 eramos dos veteranos
mansos pa las sabandijas,
arrumbaos como cubijas
cuando calienta el verano.

El alimento no abunda
440 por mas empeño que se haga;
lo pasa uno como plaga,
ejercitando la industria
y siempre, como la nutria
viviendo á orillas del agua.

445 En semejante ejercicio
se hace diestro el cazador;
cai el piche engordador,
cai el pájaro que trina;
todo vicho que camina
450 va á parar al asador.

Pues alli á los cuatro vientos
la persecucion se lleva;
naide escapa de la leva,
y dende que el alba asoma
455 ya recorre uno la loma,
el bajo, el nido y la cueva.

El que vive de la caza
a cualquier vicho se atreve
que pluma ó cáscara lleve,
460 pues cuando la hambre se siente
el hombre le clava el diente
a todo lo que se mueve.

En las sagradas alturas
está el Maestro principal,
465 que enseña á cada animal
a procurarse el sustento
y le brinda el alimento
a todo ser racional.

Y aves, y vichos y pejes,
470 se mantienen de mil modos;
pero el hombre en su acomodo
es curioso de oservar:
es el que sabe llorar
y es el que los come á todos.


IV

475 Antes de aclarar el dia
empieza el indio á aturdir
la pampa con su rugir,
y en alguna madrugada,
sin que sintieramos nada,
480 se largaban á invadir.

Primero entierran las prendas
en cuevas como peludos;
y aquellos indios cerdudos
siempre llenos de recelos,
485 en los caballos en pelos
se vienen medio desnudos.

Para pegar el malon
el mejor flete procuran;
y como es su arma segura,
490 vienen con la lanza sola,
y varios pares de bolas
atados á la cintura.

De ese modo anda liviano,
no fatiga al mancarron;
495 es su espuela en el malon,
despues de bien afilao,
un cuernito de venao
que se amarra en el garron.

El indio que tiene un pingo
500 que se llega á distinguir,
lo cuida hasta pa dormir;
de ese cuidao es esclavo;
se lo alquila á otro indio bravo
cuando vienen á invadir.

505 Por vigilarlo no come
y ni aun el sueño concilia;
solo en eso no hay decidia;
de noche, les asiguro,
para tenerlo seguro
510 le hace cerco la familia.

Por eso habrán visto ustedes,
si en el caso se han hallao,
y sinó lo han oservao
tenganlo dende hoy presente,
515 que todo pampa valiente
anda siempre bien montao.

Marcha el indio á trote largo,
paso que rinde y que dura;
viene en direcion sigura
520 y jamas á su capricho:
no se les escapa vicho
en la noche mas escura.

Caminan entre tinieblas
con un cerco bien formao;
525 lo estrechan con gran cuidao
y agarran, al aclarar,
ñanduces, gamas, venaos,
cuanto ha podido dentrar.

Su señal es un humito
530 que se eleva muy arriba,
y no hay quien no lo aperciba
con esa vista que tienen;
de todas partes se vienen
a engrosar la comitiva.

535 Ansina se van juntando,
hasta hacer esas riuniones
que cain en las invasiones
en número tan crecido;
para formarla han salido
540 de los últimos rincones.

Es guerra cruel la del indio
porque viene como fiera;
atropella donde quiera
y de asolar no se cansa,
545 de su pingo y de su lanza
toda salvacion espera.

Debe atarse bien la faja
quien aguardarlo se atreva;
siempre mala intencion lleva,
550 y como tiene alma grande,
no hay plegaria que lo ablande
ni dolor que lo conmueva.

Odia de muerte al cristiano,
hace guerra sin cuartel;
555 para matar es sin yel,
es fiero de condicion;
no golpéa la compasion
en el pecho del infiel.

Tiene la vista del águila,
560 del leon la temeridá;
en el desierto no habrá
animal que él no lo entienda,
ni fiera de que no aprienda
un istinto de crueldá.

565 Es tenaz en su barbarie,
no esperen verlo cambiar;
el deseo de mejorar
en su rudeza no cabe:
el bárbaro solo sabe
570 emborracharse y peliar.

El indio nunca rie,
y el pretenderlo es en vano,
ni cuando festeja ufano
el triunfo en sus correrias;
575 la risa en sus alegrias
le pertenece al cristiano.

Se cruzan en el desierto
como un animal feroz;
dan cada alarido atroz
580 que hace erizar los cabellos;
parece que á todos ellos
los ha maldecido Dios.

Todo el peso del trabajo
lo dejan á las mujeres:
585 el indio es indio y no quiere
apiar de su condicion;
ha nacido indio ladron
y como indio ladron muere.

El que envenenen sus armas
590 les mandan sus hechiceras;
y como ni á Dios veneran,
nada á los pampa contiene:
hasta los nombres que tienen
son de animales y fieras.

595 Y son, ¡por Cristo bendito!
los mas desaciaos del mundo;
esos indios vagabundos,
con repunancia me acuerdo,
viven lo mesmo que el cerdo
560 en esos toldos inmundos.

Naides puede imaginar
una miseria mayor,
su pobreza causa horror;
no sabe aquel indio bruto
605 que la tierra no da fruto
si no la riega el sudor.


V

Aquel desierto se agita
cuando la invasion regresa;
llevan miles de cabezas
610 de vacuno y yeguarizo;
pa no aflijirse es preciso
tener bastante firmeza.

Aquello es un hervidero
de pampas, un celemin;
615 cuando riunen el botin
juntando toda la hacienda,
es cantidá tan tremenda
que no alcanza á verse el fin.

Vuelven las chinas cargadas
620 con las prendas en monton;
aflije esa destrucion;
acomodaos en cargueros
llevan negocios enteros
que han saquiao en la invasion.

625 Su pretension es robar,
no quedar en el pantano;
viene á tierra de cristianos
como furia del infierno;
no se llevan al gobierno
630 porque no lo hallan á mano.

Vuelven locos de contentos
cuando han venido á la fija;
antes que ninguno elija
empiezan con todo empeño,
635 como dijo un santiagueño,
a hacerse la repartija.

Se reparten el botin
con igualdá, sin malicia;
no muestra el indio codicia,
640 ninguna falta comete:
solo en esto se somete
a una regla de justicia.

Y cada cual con lo suyo
a sus toldos enderiesa;
645 luego la matanza empieza
tan sin razon ni motivo,
que no queda animal vivo
de esos miles de cabezas.

Y satisfecho el salvage
650 de que su oficio ha cumplido,
lo pasa por ay tendido
volviendo á su haraganiar,
y entra la china á cueriar
con un afan desmedido.

655 A veces á tierra adentro
algunas puntas se llevan;
pero hay pocos que se atrevan
a hacer esas incursiones,
porque otros indios ladrones
660 les suelen pelar la breva.

Pero pienso que los pampas
deben de ser los mas rudos;
aunque andan medio desnudos
ni su convenencia entienden;
665 por una vaca que venden
quinientas matan al ñudo.

Estas cosas y otras piores
las he visto muchos años;
pero si yo no me engaño,
670 concluyó ese bandalage
y esos bárbaros salvages
no podrán hacer mas daño.

Las tribus estan desechas;
los caciques mas altivos
675 estan muertos ó cautivos,
privaos de toda esperanza,
y de la chusma y de lanza
ya muy pocos quedan vivos.

Son salvages por completo
680 hasta pa su diversion,
pues hacen una juncion
que naides se la imagina;
recién le toca á la china
el hacer su papelon.

685 Cuando el hombre es mas salvage
trata pior á la muger;
yo no sé que pueda haber
sin ella dicha ni goce.
¡Feliz el que la conoce
690 y logra hacerse querer!

Todo el que entiende la vida
busca á su lao los placeres;
justo es que las considere
el hombre de corazon;
695 solo los cobardes son
valientes con sus mugeres.

Pa servir á un desgraciao
pronta la muger está;
cuando en su camino vá
700 no hay peligro que la asuste;
ni hay una á quien no le guste
una obra de caridá.

No se hallará una muger
a la que esto no le cuadre;
705 yo alabo al Eterno Padre,
no porque las hizo bellas,
sino porque á todas ellas
les dió corazon de madre.

Es piadosa y diligente
710 y sufrida en los trabajos:
tal vez su valer rebajo
aunque la estimo bastante;
mas los indios inorantes
la tratan al estropajo.

715 Echan la alma trabajando
bajo el mas duro rigor;
el marido es su señor,
como tirano la manda
porque el indio no se ablanda
720 ni siquiera en el amor.

No tiene cariño á naides
ni sabe lo que es amar;
¡ni que se puede esperar
de aquellos pechos de bronce!
725 yo los conocí al llegar
y los calé dende entónces.

Mientras tiene que comer
permanece sosegao;
yo, que en sus toldos he estao
730 y sus costumbres oservo,
digo que es como aquel cuervo
que no volvió del mandao.

Es para él como juguete
escupir un crucifijo;
735 pienso que Dios los maldijo
y ansina el ñudo desato:
el indio, el cerdo y el gato,
redaman sangre del hijo.

Mas ya con cuentos de pampas
no ocuparé su atencion;
debo pedirles perdon,
pues sin querer me distraje;
por hablar de los salvages
me olvidé de la juncion.
. . . . . . . . . . . . . . . . .

745 Hacen un cerco de lanzas,
los indios quedan ajuera;
dentra la china ligera
como yeguada en la trilla,
y empieza alli la cuadrilla
750 a dar güeltas en la era.

A un lao están los caciques,
capitanejos y el trompa
tocando con toda pompa
como un toque de fagina;
755 adentro muere la china,
sin que aquel círculo rompa.

Muchas veces se les oyen
a las pobres los quejidos,
mas son lamentos perdidos;
760 al rededor del cercao,
en el suelo, están mamaos
los indios, dando alaridos.

Su canto es una palabra
y de ay no salen jamas:
765 llevan todas el compas,
ioká-ioká repitiendo;
me parece estarlas viendo
mas fieras que satanas.

Al trote dentro del cerco,
770 sudando, hambrientas, juriosas,
desgreñadas y rotosas,
de sol á sol se lo llevan:
bailan aunque truene ó llueva,
cantando la mesma cosa.



Continua en Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos VI, VII y VIII

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos I y II

Viene de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XI, XII y XIII

Aquí inicia La vuelta de Martín Fierro 


I
Martín Fierro

1 Atencion pido al silencio
y silencio á la atencion,
que voy en esta ocasion,
si me ayuda la memoria,
5 a mostrarles que á mi historia
le faltaba lo mejor.

Viene uno como dormido
cuando vuelve del desierto;
veré si á esplicarme acierto
10 entre gente tan bizarra,
y si al sentir la guitarra
de mi sueño me dispierto.

Siento que mi pecho tiembla,
que se turba mi razon,
15 y de la vigüela al son
imploro á la alma de un sabio,
que venga á mover mi labio
y alentar mi corazon.

Si no llego á treinta y una,
20 de fijo en treinta me planto,
y esta confianza adelanto
porque recebí en mi mismo,
con el agua del bautismo
la facultá para el canto.

25 Tanto el pobre como el rico
la razon me la han de dar;
y si llegan á escuchar
lo que esplicaré á mi modo,
digo que no han de reir todos,
30 algunos han de llorar.

Mucho tiene que contar
el que tuvo que sufrir,
y empezaré por pedir
no duden de cuanto digo,
35 pues debe crerse al testigo
si no pagan por mentir.

Gracias le doy á la Vírgen,
gracias le doy al Señor,
porque entre tanto rigor,
40 y habiendo perdido tanto,
no perdí mi amor al canto
ni mi voz como cantor.

Que cante todo viviente
otorgó el Eterno Padre;
45 cante todo el que le cuadre
como lo hacemos los dos,
pues solo no tiene voz
el ser que no tiene sangre.

Canta el pueblero... y es pueta;
50 canta el gaucho... y ¡ay Jesús!,
lo miran como avestruz,
su inorancia los asombra;
mas siempre sirven las sombras
para distinguir la luz.

55 El campo es del inorante;
el pueblo del hombre estruido;
yo que en el campo he nacido,
digo que mis cantos son
para los unos... sonidos,
66 y para otros... intencion.

Yo he conocido cantores
que era un gusto el escuchar,
mas no quieren opinar
y se divierten cantando,
65 pero yo canto opinando,
que es mi modo de cantar.

El que vá por esta senda
cuanto sabe desembucha,
y aunque mi cencia no es mucha,
70 esto en mi favor previene;
yo sé el corazon que tiene
el que con gusto me escucha.

Lo que pinta este pincel
ni el tiempo lo ha de borrar;
75 ninguno se ha de animar
a corregirme la plana;
no pinta quien tiene gana
sinó quien sabe pintar.

Y no piensen los oyentes
80 que del saber hago alarde;
he conocido, aunque tarde,
sin haberme arrepentido,
que es pecado cometido
el decir ciertas verdades.

85 Pero voy en mi camino
y nada me ladiará,
he de decir la verdá,
de naides soy adulon;
aqui no hay imitacion,
90 esta es pura realidá.

Y el que me quiera enmendar
mucho tiene que saber;
tiene mucho que aprender
el que me sepa escuchar,
95 tiene mucho que rumiar
el que me quiera entender.

Mas que yo y cuantos me oigan,
mas que las cosas que tratan,
mas que los que ellos relatan,
100 mis cantos han de durar;
mucho ha habido que mascar
para echar esta bravata.

Brotan quejas de mi pecho,
brota un lamento sentido;
105 y es tanto lo que he sufrido
y males de tal tamaño,
que reto á todos los años
a que traigan el olvido.

Ya verán si me despierto
110 cómo se compone el baile;
y no se sorprenda naides
si mayor fuego me anima;
porque quiero alzar la prima
como pa tocar al aire.

115 Y con la cuerda tirante,
dende que ese tono elija,
yo no he de aflojar manija
mientras que la vos no pierda,
sinó se corta la cuerda
120 o no cede la clavija.

Aunque rompí el estrumento
por no volverme á tentar,
tengo tanto que contar
y cosas de tal calibre,
125 que Dios quiera que se libre
el que me enseñó á templar.

De naides sigo el ejemplo,
naide á dirigirme viene,
yo digo cuanto conviene
130 y el que en tal güeya se planta,
debe cantar, cuando canta,
con toda la voz que tiene.

He visto rodar la bola
y no se quiere parar;
135 al fin de tanto rodar
me he decidido á venir
a ver si puedo vivir
y me dejan trabajar.

Sé dirigir la mansera
140 y tambien echar un pial;
sé correr en un rodeo,
trabajar en un corral;
me sé sentar en un pértigo
lo mesmo que en un bagual.

145 Y empriestenme su atencion
si ansi me quieren honrar,
de no, tendré que callar,
pues el pájaro cantor
jamas se pone a cantar,
150 en árbol que no dá flor.

Hay trapitos que golpiar,
y de aqui no me levanto.
Escuchenme cuando canto
Si quieren que desembuche:
155 tengo que decirles tanto
que les mando que me escuchen.

Dejenme tomar un trago,
estas son otras cuarenta:
mi garganta está sedienta,
160 y de esto no me abochorno,
pues el viejo, como el horno,
por la boca se calienta.


II

Triste suena mi guitarra
y el asunto lo requiere;
165 ninguno alegrías espere
sinó sentidos lamentos,
de aquel que en duros tormentos
nace, crece, vive y muere.

Es triste dejar sus pagos
170 y largarse á tierra agena
llevándose la alma llena
de tormentos y dolores,
mas nos llevan los rigores
como el pampero á la arena.

175 Irse á cruzar el desierto
lo mesmo que un foragido,
Dejando aqui en el olvido,
como dejamos nosotros,
su mujer en brazos de otro
180 y sus hijitos perdidos!

Cuantas veces al cruzar
en esa inmensa llanura,
al verse en tal desventura
y tan lejos de los suyos,
185 se tira uno entre los yuyos
a llorar con amargura!

En la orilla de un arroyo
solitario lo pasaba;
en mil cosas cavilaba
190 y, á una güelta repentina,
se me hacia ver á mi china
o escuchar que me llamaba.

Y las aguas serenitas
bebe el pingo, trago á trago,
195 mientras sin ningun halago
pasa uno hasta sin comer
por pensar en su mujer,
en sus hijos y en su pago.

Recordarán que con Cruz
200 para el desierto tiramos;
en la pampa nos entramos,
cayendo por fin del viage
a unos toldos de salvajes,
los primeros que encontramos.

205 La desgracia nos seguia,
llegamos en mal momento:
estaban en parlamento
tratando de una invasion,
y el indio en tal ocasion
210 recela hasta de su aliento.

Se armó un tremendo alboroto
cuando nos vieron llegar;
no podiamos aplacar
tan peligroso hervidero;
215 nos tomaron por bomberos
y nos quisieron lanciar.

Nos quitaron los caballos
a los muy pocos minutos;
estaban irresolutos,
220 quién sabe que pretendian;
por los ojos nos metian
las lanzas aquellos brutos.

Y dele en su lengüetéo
hacer gestos y cabriolas;
225 uno desató las bolas
y se nos vino enseguida:
ya no creiamos con vida
salvar ni por carambola.

Allá no hay misericordia
230 ni esperanza que tener;
el indio es de parecer
que siempre matar se debe,
pues la sangre que no bebe
le gusta verla correr.

235 Cruz se dispuso á morir
peliando y me convidó;
aguántemos, dije yó,
el fuego hasta que nos queme:
menos los peligros teme
240 quien mas veces lo venció.

Se debe ser mas prudente
cuando el peligro es mayor;
siempre se salva mejor
andando con alvertencia,
245 porque no está la prudencia
reñida con el valor.

Vino al fin el lenguaraz
como á trairnos el perdon;
nos dijo: “La salvacion
250 ”se la deben á un cacique,
”me manda que les esplique
”que se trata de un malon.

”Les ha dicho á los demas
”que ustedes quedan cautivos
255 ”por si cain algunos vivos
”en poder de los cristianos,
”rescatar á sus hermanos
”con estos dos fugitivos”.

Volvieron al parlamento
260 a tratar de sus alianzas,
o tal vez de las matanzas;
y conforme les detallo,
hicieron cerco á caballo
recostándose en las lanzas.

265 Dentra al centro un indio viejo
y allí á lengüetiar se larga;
quien sabe que les encarga;
pero toda la riunion
lo escuchó con atencion
270 lo menos tres horas largas.

Pegó al fin tres alaridos,
y ya principiaba otra danza;
para mostrar su pujanza
y dar pruebas de ginete
275 dió riendas rayando el flete
y revoliando la lanza.

Recorre luego la fila,
frente á cada indio se para,
lo amenaza cara á cara
280 y en su juria aquel maldito
acompaña con su grito
el cimbrar de la tacuara.

Se vuelve aquello un incendio
mas feo que la mesma guerra;
285 entre una nube de tierra
se hizo allí una mescolanza,
de potros, indios y lanzas,
con alaridos que aterran.

Parece un baile de fieras,
290 sigún yo me lo imagino:
era inmenso el remolino,
las voces aterradoras,
hasta que al fin de dos horas
se aplacó aquel torbellino.

295 De noche formaban cerco
y en el centro nos ponian;
para mostrar que querian
quitarnos toda esperanza,
ocho ó diez filas de lanzas
300 al rededor nos hacian.

Allí estaban vigilantes
cuidándonos á porfia;
cuando roncar parecian
“Huaincá” gritaba cualquiera,
305 y toda la fila entera
“Huaincá” “Huaincá” repetía.

Pero el indio es dormilon
y tiene un sueño projundo;
es roncador sin segundo
310 y en tal confianza es su vida,
que ronca á pata tendida
aunque se dé güelta el mundo.

Nos aviriguaban todo,
como aquel que se previene,
315 porque siempre les conviene
saber las juerzas que andan,
donde estan, quienes las mandan,
que caballos y armas tienen.

A cada respuesta nuestra
320 uno hace una esclamacion,
y luego, en continuacion,
aquellos indios feroces,
cientos y cientos de voces
repiten el mesmo son.

325 Y aquella voz de uno solo,
que empieza por un gruñido,
llega hasta ser alarido
de toda la muchedumbre
y ansi alquieren la costumbre
330 de pegar esos bramidos.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Martín Fierro - José Hernández - capítulos XI, XII y XIII

Viene de Martín Fierro - José Hernández - capítulos IX y X

 


XI

1885 A otros les brotan las coplas
como agua de manantial;
pues á mi me pasa igual;
aunque las mias nada valen:
de la boca se me salen
1890 como ovejas de corral.

Que en puertiando la primera,
ya la siguen los demas,
y en montones las de atras
contra los palos se estrellan,
1895 y saltan y se atropellan
sin que se corten jamas.

Y aunque yo por mi inorancia
con gran trabajo me esplico,
cuando llego á abrir el pico,
1900 tengalo por cosa cierta:
sale un verso y en la puerta
ya asoma el otro el hocico.

Y empresteme su atencion,
me oirá relatar las penas
1905 de que traigo la alma llena,
porque en toda circunstancia
paga el gaucho su inorancia
con la sangre de sus venas.

Despues de aquella desgracia
1910 me guareci en los pajales,
andube entre los cardales
como vicho sin guarida;
pero, amigo, es esa vida
como vida de animales.

1915 Y son tantas las miserias
en que me he sabido ver,
que con tanto padecer
y sufrir tanta aficion,
malicio que he de tener
1920 un callo en el corazon.

Ansi andaba como guacho
cuando pasa el temporal.
Supe una vez, por mi mal,
de una milonga que habia,
1925 y ya pa la pulperia
enderezé mi bagual.

Era la casa del baile
un rancho de mala muerte,
y se enllenó de tal suerte
1930 que andábamos á empujones:
nunca faltan encontrones
cuando un pobre se divierte.

Yo tenia unas medias botas
con tamaños berdugones;
1935 me pusieron los talones
con crestas como gallos;
¡si viera mis afliciones
pensando yo que eran callos!

Con gato y con fandanguillo
1940 habia empezao el changango
y para ver el fandango
me colé haciendome bola;
mas metió el diablo la cola
y todo se volvió pango.

1945 Habia sido el guitarrero
un gaucho duro de boca.
Yo tengo pacencia poca
pa aguantar cuando no debo:
a ninguno me le atrevo
1950 pero me halla el que me toca.

A bailar un pericon
con una moza sali,
y cuanto me vido allí
sin duda me conoció
1955 y estas coplitas cantó
como por rairse de mí:

“Las mujeres son todas
como las mulas;
yo no digo que todas,
1960 pero hay algunas
que á las aves que vuelan
les sacan plumas”.

“Hay gauchos que presumen
de tener damas;
1965 no digo que presumen,
pero se alaban,
y á lo mejor los dejan
tocando tablas”.

Se secretiaron las hembras
1970 y yo ya me encocoré;
volié la anca y le grité:
“Dejá de cantar... chicharra”.
Y de un tajo á la guitarra
tuitas las cuerdas corté.

1975 Al punto salió de adentro
un gringo con un jusil;
pero nunca he sido vil,
poco el peligro me espanta:
yo me refalé la manta
1980 y la eché sobre el candil.

Gané en seguida la puerta
gritando: “Naides me ataje”:
y alborotado el hembraje
lo que todo quedó escuro,
1985 empezó á verse en apuro
mesturao con el gauchage.

El primero que salió
fué el cantor y se me vino;
pero yo no pierdo el tino
1990 aunque haiga tomao un trago,
y hay algunos por mi pago
que me tienen por ladino.

No ha de haber achocao otro;
le salió cara la broma;
1995 a su amigo cuando toma
se le despeja el sentido,
y el pobrecito habia sido
como carne de paloma.

Para prestar un socorro
2000 las mujeres no son lerdas:
antes que la sangre pierda
lo arrimaron á unas pipas.
Ay lo dejé con las tripas
como pa que hiciera cuerdas.

2005 Monté y me largué á los campos
mas libre que el pensamiento,
como las nubes al viento,
a vivir sin paradero;
que no tiene el que es matrero
2010 nido, ni rancho, ni asiento.

No hay fuerza contra el destino
que le ha señalao el cielo
y aunque no tenga consuelo
aguante el que está en trabajo:
2015 ¡naides se rasca pa abajo,
ni se lonjéa contra el pelo!

Con el gaucho desgraciao
no hay uno que no se entone;
la menor falta lo espone
2020 a andar con los avestruces:
faltan otros con mas luces
y siempre hay quien los perdone.

XII

Yo no sé que tantos meses
esta vida me duró;
2025 a veces nos obligó
la miseria á comer potro:
me habia acompañao con otros
tan desgraciaos como yo.

Mas ¿para que platicar
2030 sobre esos males, canejo?
Nace el gaucho y se hace viejo
sin que mejore su suerte,
hasta que por ay la muerte
sale á cobrarle el pellejo.

2035 Pero como no hay desgracia
que no acabe alguna vez,
me aconteció que despues
de sufrir tanto rigor
un amigo por favor
2040 me compuso con el juez.

Le alvertiré que en mi pago
ya no vá quedando un criollo:
se los ha tragao el oyo,
o juido1 ó muerto en la guerra,
2045 porque, amigo, en esta tierra
nunca se acaba el embrollo.

Colijo que jué por eso
que me llamó el juez un dia
y me dijo que queria
2050 hacerme á su lao venir,
y que dentrase á servir
de soldao de polecia.

Y me largó una proclama
tratandome de valiente,
2055 que yo era un hombre decente,
y que dende aquel momento
me nombraba de sargento
pa que mandára la gente.

Ansi estuve en la partida
2060 pero ¡que habia de mandar!
Anoche al irlo á tomar
vide güena coyontura,
y á mi no me gusta andar
con la lata á la cintura.

2065 Ya conoce, pues, quien soy;
tenga confianza conmigo;
Cruz le dió mano de amigo
y no lo ha de abandonar.
Juntos podemos buscar
2070 pa los dos un mesmo abrigo.

Andaremos de matreros
si es preciso pa salvar;
nunca nos ha de faltar
ni un güen pingo para juir,
2075 ni un pajal ande dormir,
ni un matambre que ensartar.

Y cuando sin trapo alguno
nos haiga el tiempo dejao
yo le pediré emprestao
2080 el cuero á cualquiera lobo
y hago un poncho, si lo sobo,
mejor que poncho engomao.

Para mi la cola es pecho
y el espinaso cadera;
2085 hago mi nido ande quiera
y de lo que encuentro como;
me echo tierra sobre el lomo
y me apéo en cualquier tranquera.

Y dejo rodar la bola
2090 que algun dia se ha de parar;
tiene el gaucho que aguantar
hasta que lo trague el oyo,
o hasta que venga algun criollo
en esta tierra á mandar.

2095 Lo miran al pobre gaucho
como carne de cogote:
lo tratan al estricote,
y si ansi las cosas andan
porque quieren los que mandan,
2100 aguantemos los azotes.

¡Pucha, si uste los oyera
como yo en una ocasion
tuita la conversacion
que con otro tuvo el juez!
2105 Le asiguro que esa vez
se me achicó el corazon.

Hablaban de hacerse ricos
con campos en la frontera;
de sacarla mas ajuera
2110 donde habia campos baldidos
y llevar de los partidos
gente que la defendiera.

Todos se güelven proyectos
de colonias y carriles
2115 y tirar la plata á miles
en los gringos enganchaos,
mientras al pobre soldao
le pelan la chaucha ¡ah, viles!

Pero si siguen las cosas
2120 como van hasta el presente
puede ser que de repente
veamos el campo disierto,
y blanquiando solamente
los güesos de los que han muerto.

2125 Hace mucho que sufrimos
la suerte reculativa:
trabaja el gaucho y no arriba,
pues á lo mejor del caso,
lo levantan de un sogaso
2130 sin dejarle ni saliva.

De los males que sufrimos
hablan mucho los puebleros,
pero hacen como los teros
para esconder sus niditos:
2135 en un lao pegan los gritos
y en otro tienen los güevos.

Y se hacen los que no aciertan
a dar con la coyuntura;
mientras al gaucho lo apura
2140 con rigor la autoridá,
ellos á la enfermedá
le estan errando la cura. 
XIII

Martín Fierro

Ya veo que somos los dos
astillas del mesmo palo:
2145 yo paso por gaucho malo
y uste anda del mesmo modo,
y yo, pa acabarlo todo,
a los Indios me refalo.

Pido perdon á mi Dios,
2150 que tantos bienes me hizo;
pero dende que es preciso
que viva entre los infeles,
yo seré cruel con los crueles:
ansi mi suerte lo quiso.

2155 Dios formó lindas las flores,
delicadas como son,
les dió toda perfeción
y cuanto él era capaz,
pero al hombre le dió mas
2160 cuando le dió el corazon.
Le dió claridá á la luz,
juerza en su carrera al viento,
le dió vida y movimiento
dende la águila al gusano,
2165 pero mas le dió al cristiano
al darle el entendimiento.

Y aunque á las aves les dió,
con otras cosas que inoro,
esos piquitos como oro
2170 y un plumaje como tabla,
le dió al hombre mas tesoro
al darle una lengua que habla.

Y dende que dió á las fieras
esa juria tan inmensa,
2175 que no hay poder que las vensa
ni nada que las asombre
¿qué menos le daria al hombre
que el valor pa su defensa?

Pero tantos bienes juntos
2180 al darle, malicio yo
que en sus adentros pensó
que el hombre los precisaba,
que los bienes igualaban
con las penas que le dio.

2185 Y yo empujao por las mias
quiero salir de este infierno;
ya no soy pichon muy tierno
y sé manejar la lanza
y hasta los indios no alcanza
2190 la facultá de Gobierno.
Yo sé que allá los caciques
amparan á los cristianos,
y que los tratan de “hermanos”
cuando se van por su gusto.
2195 ¿A qué andar pasando sustos?
Alcemos el poncho y vamos.

En la cruzada hay peligros
pero ni aun esto me aterra;
yo ruedo sobre la tierra
2200 arrastrao por mi destino
y si erramos el camino...
no es el primero que lo erra.

Si hemos de salvar ó no
de esto naides nos responde.
2205 Derecho ande el sol se esconde
tierra adentro hay que tirar;
algun dia hemos de llegar...
despues sabremos adonde.

No hemos de perder el rumbo,
2210 los dos somos güena yunta;
el que es gaucho va ande apunta,
aunque inore ande se encuentra;
pa el lao en que el sol se dentra
dueblan los pastos las puntas.

2215 De hambre no pereceremos,
pues segun otros me han dicho
en los campos se hallan vichos
de los que uno necesita...
gamas, matacos, mulitas
2220 avestruces y quirquinchos.
Cuando se anda en el disierto
se come uno hasta las colas;
lo han cruzao mugeres solas
llegando al fin con salú,
2225 y ha de ser gaucho el ñandú
que se escape de mis bolas.

Tampoco á la sé le temo,
yo la aguanto muy contento,
busco agua olfatiando al viento,
2230 y dende que no soy manco
ande hay duraznillo blanco
cabo y la saco al momento.

Allá habrá siguridá
ya que aqui no la tenemos,
2235 menos males pasaremos
y ha de haber grande alegria
el dia que nos descolguemos
en alguna tolderia.

Fabricaremos un toldo,
2240 como lo hacen tantos otros,
con unos cueros de potro,
que sea sala y sea cocina.
¡Tal vez no falte una china
que se apiade de nosotros!

2245 Allá no hay que trabajar,
vive uno como un señor;
de cuando en cuando un malon,
y si de él sale con vida
lo pasa echao panza arriba
2250 mirando dar güelta el sol.
Y ya que á juerza de golpes
la suerte nos dejó á flus,
puede que allá veamos luz
y se acaben nuestras penas.
2255 Todas las tierras son güenas:
vamosnos, amigo Cruz.

El que maneja las bolas,
el que sabe echar un pial,
o sentarse en un bagual
2260 sin miedo de que lo baje,
entre los mesmos salvajes
no puede pasarlo mal.

El amor como la guerra
lo hace el criollo con canciones;
2265 a más de eso, en los malones
podemos aviarnos de algo;
en fin amigo, yo salgo
de estas pelegrinaciones.

En este punto el cantor
2270 buscó un porrón pa consuelo,
echó un trago como un cielo,
dando fin á su argumento,
y de un golpe al istrumento
lo hizo astillas contra el suelo.

2275 “Ruempo -dijo-, la guitarra,
pa no volverme á tentar.
Ninguno la ha de tocar,
por siguro tenganló;
pues naides ha de cantar
2280 cuando este gaucho cantó”.
Y daré fin á mis coplas
con aire de relacion;
nunca falta un pregunton
mas curioso que mujer,
2285 y tal vez quiera saber
como fué la conclusion.

Cruz y Fierro, de una estancia
una tropilla se arriaron;
por delante se la echaron
2290 como criollos entendidos
y pronto sin ser sentidos,
por la frontera cruzaron.

Y cuando la habian pasao,
una madrugada clara,
2295 le dijo Cruz que mirara
las últimas poblaciones;
y á Fierro dos lagrimones
le rodaron por la cara.

Y siguiendo el fiel del rumbo
2300 se entraron en el desierto.
No sé si los habrán muerto
en alguna correria,
pero espero que algun dia
sabré de ellos algo cierto.

2305 Y ya con estas noticias
mi relacion acabé;
por ser ciertas las conté,
todas las desgracias dichas:
es un telar de desdichas
2310 cada gaucho que usté vé.
Pero ponga su esperanza
en el Dios que lo formó;
y aquí me despido yo
que he relatao á mi modo
2315 MALES QUE CONOCEN TODOS
PERO QUE NAIDES CONTÓ.

En las siguientes publicaciones del blog, se dará inicio a "La vuelta de Martín Fierro"
Y comienza en: 

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos I y II

sábado, 23 de noviembre de 2013

Martín Fierro - José Hernández - capítulos IX y X

Viene de  Martín Fierro - José Hernández - capítulos VII y VIII





IX

Matreriando lo pasaba
y á las casas no venia;
solia arrimarme de dia,
mas, lo mesmo que el carancho,
1395 siempre estaba sobre el rancho
espiando á la polecia.

Viva el gaucho que ande mal
como zorro perseguido,
hasta que al menor descuido
1400 se lo atarazquen los perros,
pues nunca le falta un yerro
al hombre mas alvertido.

Y en esa hora de la tarde
en que tuito se adormese,
1405 que el mundo dentrar parece
a vivir en pura calma,
con las tristezas del alma
al pajonal enderiese.

Bala el tierno corderito
1410 al lao de la blanca oveja
y á la vaca que se aleja
llama el ternero amarrao;
pero el gaucho desgraciao
no tiene á quien dar su queja.

1415 Ansi es que al venir la noche
iba á buscar mi guarida,
pues ande el tigre se anida
tambien el hombre lo pasa
y no queria que en las casas
1420 me rodiara1 la partida.

Pues aun cuando vengan ellos
cumpliendo con sus deberes,
yo tengo otros pareceres,
y en esa conduta vivo:
1425 que no debe un gaucho altivo
peliar entre las mujeres.

Y al campo me iba solito,
mas matrero que el venao,
como perro abandonao;
1430 a buscar una tapera,
o en alguna viscachera
pasar la noche tirao.

Sin punto ni rumbo fijo
en aquella inmensidá,
1435 entre tanta escuridá
anda el gaucho como duende;
allí jamas lo sorpriende,
dormido, la autoridá.

Su esperanza es el coraje,
1440 su guardia es la precaucion,
su pingo es la salvacion,
y pasa uno en su desvelo
sin mas amparo que el cielo
ni otro amigo que el facon.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

1445 Ansi me hallaba una noche
contemplando las estrellas,
que le parecen mas bellas
cuanto uno es mas desgraciao
y que Dios las aiga criao
1450 para consolarse en ellas.

Les tiene el hombre cariño
y siempre con alegría
ve salir las tres marías,
que, si llueve, cuanto escampa
1455 las estrellas son la guía
que el gaucho tiene en la Pampa.

Aqui no valen dotores:
solo vale la esperencia;
aqui verían su inocencia
1460 esos que todo lo saben,
porque esto tiene otra llave
y el gaucho tiene su cencia.

 Es triste en medio del campo
pasarse noches enteras
1465 contemplando en sus carreras
las estrellas que Dios cria,
sin tener mas compañia
que su soledá y las fieras.

Me encontraba como digo,
1470 en aquella soledá,
entre tanta escuridá,
echando al viento mis quejas,
cuando el grito del chajá
me hizo parar las orejas.

1475 Como lumbriz me pegué
al suelo para escuchar;
pronto sentí retumbar
las pisadas de los fletes,
y que eran muchos ginetes
1480 conocí sin vacilar.

Cuando el hombre está en peligro
no debe tener confianza;
ansi, tendido de panza,
puse toda mi atencion,
1485 y ya escuché sin tardanza
como el ruido de un laton.

Se venian tan calladitos
que yo me puse en cuidao;
tal vez me hubieran bombiao
1490 y me venian á buscar;
mas no quise disparar,
que eso es de gaucho morao.

 Al punto me santigüé
y eché de giñebra un taco
1495 lo mesmito que el mataco
me arroyé con el porron:
“Si han de darme pa tabaco,
dige, esta es güena ocasion”.

Me refalé las espuelas,
1500 para no peliar con grillos;
me arremangué el calsoncillo,
y me ajusté bien la faja,
y en una mata de paja
probé el filo del cuchillo.

1505 Para tenerlo á la mano
el flete en el pasto até,
la cincha le acomodé,
y en un trance como aquel,
haciendo espaldas en él
1510 quietito los aguardé.

Cuanto cerca los senti,
y que ay no mas se pararon,
los pelos se me erizaron,
y aunque nada vian mis ojos,
1515 “No se han de morir de antojo”
les dije, cuanto llegaron.

Yo quise hacerles saber
que alli se hallaba un varon;
les conoci la intencion
1520 y solamente por eso
fué que les gané el tiron,
sin aguardar voz de preso.

 “-Vos sos un gaucho matrero”,
dijo uno, haciendose el güeno.
1525 “Vos matastes un moreno
y otro en una pulperia,
y aqui está la polecia
que viene á justar tus cuentas;
te va á alzar por las cuarenta
1530 si te resistis hoy dia”.

“-No me vengan, contesté,
con relacion de dijuntos:
esos son otros asuntos;
vean si me pueden llevar,
1535 que yo no me he de entregar
aunque vengan todos juntos”.

Pero no aguardaron mas
y se apiaron en monton;
como á perro cimarrón
1540 me rodiaron entre tantos;
ya me encomendé á los Santos,
y eché mano á mi facon.

Y ya vide el fogonazo
de un tiro de garabina,
1545 mas quiso la suerte indina
de aquel maula, que me errase,
y ay no mas lo levantase
lo mesmo que una sardina.

A otro que estaba apurao
1550 acomodando una bola,
le hice una dentrada sola
y le hice sentir el fierro,
y ya salió como el perro
cuando le pisan la cola.

1555 Era tanta la aficion
y la angurria que tenian,
que tuitos se me venian
donde yo los esperaba:
uno al otro se estorbaba
1560 y con las ganas no vian.

Dos de ellos, que traiban sables,
mas garifos y resueltos,
en las hilachas envueltos
enfrente se me pararon,
1565 y á un tiempo me atropellaron
lo mesmo que perros sueltos.

Me fuí reculando en falso
y el poncho adelante eché,
y en cuanto le puso el pié
1570 uno medio chapeton,
de pronto le di el tirón
y de espadas lo largué

Al verse sin compañero
el otro se sofrenó;
1575 entonces le dentré yo,
sin dejarlo resollar,
pero ya empeso á aflojar
y á la pun... ta disparó.

Uno que en una tacuara
1580 habia atao una tijera,
se vino como si fuera
palenque de atar terneros,
pero en dos tiros certeros
salió aullando campo ajuera.

1585 Por suerte en aquel momento
venia coloriando el alba
y yo dije: “Si me salva
la virgen en este apuro,
en adelante le juro
1590 ser mas güeno que una malba”.

Pegué un brinco y entre todos
sin miedo me entreveré;
hecho ovillo me quedé
y ya me cargó una yunta,
1595 y por el suelo la punta
de mi facon les jugué.

El mas engolosinao
se me apió con un hachazo;
se lo quité con el brazo,
1600 de nó, me mata los piojos;
y antes de que diera un paso
le eché tierra en los dos ojos.

Y mientras se sacudia
refregándose la vista,
1605 yo me le fuí como lista
y ay no mas me le afirmé
diciendole: “Dios te asista”,
y de un revez lo voltié.

Pero en ese punto mesmo
1610 senti que por las costillas
un sable me hacia cosquillas
y la sangre se me heló.
Dende ese momento yo
me salí de mis casillas.

1615 Di para atras unos pasos
hasta que pude hacer pié,
por delante me lo eché
de punta y tajos á un criollo;
metió la pata en un oyo
1620 y yo al oyo lo mandé.

Tal vez en el corazon
le tocó un Santo Bendito
a un gaucho, que pegó el grito
y dijo: “¡Cruz no consiente
1625 que se cometa el delito
de matar ansi un valiente!”.

Y ay no mas se me aparió,
dentrandole á la partida;
yo les hice otra embestida
1630 pues entre dos era robo;
y el Cruz era como lobo
que defiende su guarida.

Uno despache al infierno
de dos que lo atropellaron,
1635 los demas remoliniaron,
pues ibamos á la fija,
y á poco andar dispararon
lo mesmo que sabandija.

Ay quedaron largo á largo
los que estiraron la geta,
otro iba como maleta,
y Cruz, de atras, les decia:
“Que venga otra polecía
a llevarlos en carreta”.

1645 Yo junté las osamentas,
me hinqué y les rezé un bendito;
hice una cruz de un palito
y pedí á mi Dios clemente
me perdonara el delito
1650 de haber muerto tanta gente.

Dejamos amotonaos
a los pobres que murieron;
no sé si los recojieron,
porque nos fuimos á un rancho,
1655 o si tal vez los caranchos
ay no mas se los comieron.

Lo agarramos mano á mano
entre los dos al porron;
en semejante ocasion
1660 un trago á cualquiera encanta;
y Cruz no era remolon
ni pijotiaba garganta.

Calentamos los gargueros
y nos largamos muy tiesos,
1665 siguiendo siempre los besos
al pichel y, por mas señas,
ibamos como sigüeñas
estirando los pescuesos.

“-Yo me voy -le dije-, amigo,
1670 donde la suerte me lleve,
y si es que alguno se atreve
a ponerse en mi camino,
yo seguiré mi destino,
que el hombre hace lo que debe.

1675 “Soy un gaucho desgraciado,
no tengo dónde ampararme,
ni un palo donde rascarme,
ni un árbol que me cubije;
pero ni aun esto me aflige,
1680 porque yo sé manejarme.

“Antes de cair al servicio,
tenia familia y hacienda,
cuando volví, ni la prenda
me la habian dejado ya:
1685 Dios sabe en lo que vendrá
a parar esta contienda”.

X
Cruz

Amigazo, pa sufrir
han nacido los varones;
estas son las ocasiones
1690 de mostrarse un hombre juerte,
hasta que venga la muerte
y lo agarre á coscorrones.

El andar tan despilchao
ningun mérito me quita.
1695 Sin ser una alma bendita
me duelo del mal ageno:
soy un pastel con relleno
que parece torta frita.

Tampoco me faltan males
1700 y desgracias, le prevengo;
tambien mis desdichas tengo,
aunque esto poco me aflige:
yo sé hacerme el chango rengo
cuando la cosa lo esige.

1705 Y con algunos ardiles
voy viviendo, aunque rotoso;
a veces me hago el sarnoso
y no tengo ni un granito,
pero al chifle voy ganoso
1710 como panzon al maiz frito.

A mí no me matan penas
mientras tenga el cuero sano,
venga el sol en el verano
y la escarcha en el invierno.
1715 Si este mundo es un infierno
¿porque afligirse el cristiano?

Hagámosle cara fiera
a los males, compañero,
porque el zorro mas matrero
1720 suele cair como un chorlito:
viene por un corderito
y en la estaca deja el cuero.

Hoy tenemos que sufrir
males que no tienen nombre,
1725 pero esto á naides lo asombre
porque ansina es el pastel,
y tiene que dar el hombre
mas vueltas que un carretel.

Yo nunca me he de entregar
1730 a los brazos de la muerte;
arrastro mi triste suerte
paso á paso y como pueda,
que dónde el débil se queda
se suele escapar el juerte.

1735 Y ricuerde cada cual
lo que cada cual sufrió,
que lo que es, amigo,
yo hago ansi la cuenta mía:
ya lo pasado pasó,
1740 mañana será otro dia.

Yo tambien tuve una pilcha
que me enllenó el corazon,
y si en aquella ocasion
alguien me hubiera buscao,
1745 siguro que me habia hallao
mas prendido que un boton.

En la güella del querer
no hay animal que se pierda;
las mujeres no son lerdas
1750 y todo gaucho es dotor
si pa cantarle al amor
tiene que templar las cuerdas.

¡Quien es de una alma tan dura
que no quiera á una mujer!
1755 Lo alivia en su padecer:
si no sale calavera
es la mejor compañera
que el hombre puede tener.

Si es güena, no lo abandona
1760 cuando lo vé desgraciao,
lo asiste con su cuidao
y con afan cariñoso,
y usté tal vez ni un rebozo
ni una pollera le ha dao.

1765 Grandemente lo pasaba
con aquella prenda mia
viviendo con alegria
como la mosca en la miel.
¡Amigo, que tiempo aquel!
1770 ¡La pucha que la queria!

Era la águila que á un arbol
dende las nubes bajó,
era mas linda que el alba
cuando vá rayando el sol,
1775 era la flor deliciosa
que entre el trevolar creció.

Pero, amigo, el comendante
que mandaba la milicia,
como que no desperdicia
1780 se fué refalando á casa:
yo le conoci en la traza
que el hombre traiba malicia.

Él me daba voz de amigo,
pero no le tenia fé.
1785 Era el gefe y, ya se vé,
no podia competir yo;
en mi rancho se pegó
lo mesmo que saguaipé.

A poco andar, conocí
1790 que ya me habia desvancao,
y él siempre muy entonao,
aunque sin darme ni un cobre,
me tenia de lao á lao
como encomienda de pobre.

1795 A cada rato, de chasque
me hacia dir á gran distancia;
ya me mandaba á una estancia,
ya al pueblo, ya á la frontera;
pero él en la comendancia
1800 no ponia los piés siquiera.

Es triste á no poder mas
el hombre en su padecer,
si no tiene una mujer
que lo ampare y lo consuele:
1805 mas pa que otro se la pele
lo mejor es no tener.

No me gusta que otro gallo
le cacarée á mi gallina.
Yo andaba ya con la espina,
1810 hasta que en una ocasion
lo pillé junto al jogon
abrazandome á la china.

Tenia el viejito una cara
de ternero mal lamido,
1815 y al verle tan atrevido
le dije: “Que le aproveche;
que habia sido pa el amor
como gaucho pa la leche”.

Peló la espalda y se vino
1820 como á quererme ensartar,
pero yo sin tutubiar
le volví al punto á decir:
“-Cuidao no te vas á pér... tigo;
poné cuarta pa salir”.

1825 Un puntaso me largó,
pero el cuerpo le saqué,
y en cuanto se lo quité,
para no matar un viejo,
con cuidado, medio de lejos,
1830 un planaso le asenté.

Y como nunca al que manda
le falta algun adulon,
uno que en esa ocasion
se encontraba alli presente
1835 vino apretando los dientes
como perrito mamon.

Me hizo un tiro de revuelver
que el hombre creyó siguro,
era confiao y le juro
1840 que cerquita se arrimaba,
pero siempre en un apuro
se desentumen mis tabas.

El me siguió menudiando
mas sin poderme asertar,
1845 y yo, dele culebriar,
hasta que al fin le dentré
y ay no mas lo despaché
sin dejarlo resollar.

Dentré á campiar en seguida
1850 al viejito enamorao.
El pobre se habia ganao
en un noque de lejia.
¡Quién sabe como estaria
del susto que habia llevao!

1855 ¡Es sonso el cristiano macho
cuando el amor lo domina!
El la miraba á la indina,
y una cosa tan jedionda
sentí yo, que ni en la fonda
1860 he visto tal jedentina

Y le dije: “-Pa su agüela
han de ser esas perdices”.
Yo me tapé las narices,
y me salí estornudando,
1865 y el viejo quedó olfatiando
como chico con lumbrices.

Cuando la mula recula,
señal que quiere cosiar,
ansi se suele portar
1870 aunque ella lo disimula:
recula como la mula
la mujer, para olvidar.

Alcé mi poncho y mis prendas
y me largué á padecer
1875 por culpa de una mujer
que quiso engañar á dos.
Al rancho le dije adios,
para nunca mas volver.

Las mugeres dende entonces
1880 conoci á todas en una.
Ya no he de probar fortuna
con carta tan conocida:
muger y perra parida,
no se me acerca ninguna.

Continua en

Martín Fierro - José Hernández - capítulos XI, XII y XIII

jueves, 21 de noviembre de 2013

Martín Fierro - José Hernández - capítulos VII y VIII

Viene de  Martín Fierro - José Hernández - capítulos V y VI




VII

De carta de mas me via
sin saber á donde dirme;
1125 mas dijeron que era vago
y entraron á perseguirme.
Nunca se achican los males,
van poco á poco creciendo

y ansina me vide pronto
1130 obligao á andar juyendo.
No tenia muger ni rancho,
y, á mas, era resertor;
no tenia una prenda güena
ni un peso en el tirador.

1135 A mis hijos infelices
pensé volverlos á hallar,
y andaba de un lao al otro
sin tener ni que pitar.
Supe una vez por desgracia
1140 que habia un baile por alli,

y medio desesperao
a ver la milonga fui.
Riunidos al pericon
tantos amigos hallé,
1145 que alegre de verme entre ellos
esa noche me apedé.

Como nunca, en la ocasion
por peliar me dió la tranca,
y la emprendi con un negro
1150 que trujo una negra en ancas.
Al ver llegar la morena
que no hacia caso de naides,

le dije con la mamúa:
“Va... ca... yendo gente al baile”.
1155 La negra entendió la cosa
y no tardó en contestarme,
mirandome como á perro:
“Mas vaca será su madre.”

Y dentró al baile muy tiesa
1160 con mas cola que una zorra
haciendo blanquiar los dientes
lo mesmo que mazamorra.
-“Negra linda”... dije yo,
“me gusta... pa la carona”;
1165 y me puse á champurriar

esta coplita fregona:
“A los blancos hizo Dios,
a los mulatos San Pedro,
a los negros hizo el diablo
1170 para tizon del infierno”.
Habia estao juntando rabia

el moreno dende ajuera;
en lo escuro le brillaban
los ojos como linterna.
1175 Lo conoci retobao,
me acerqué y le dije presto:
“Por... rudo… que un hombre sea

nunca se enoja por esto”.
Corcobió el de los tamangos
1180 y creyendose muy fijo:
-“Mas porrudo serás vos,
gaucho rotoso”, me dijo.
Y ya se me vino al humo

como á buscarme la hebra,
1185 y un golpe le acomodé
con el porron de ginebra.
Ay no mas pegó el de ollin
mas gruñidos que un chanchito,
y pelando el envenao

1190 me atropelló dando gritos.
Pegué un brinco y abrí cancha
diciendoles: -“Caballeros,
dejen venir ese toro;
solo naci... solo muero”.
1195 El negro, despues del golpe

se habia el poncho refalao
y dijo: -“Vas á saber
si es solo ó acompañao”.
Y mientras se arremangó
1200 yo me saqué las espuelas,
pues malicié que aquel tio

no era de arriar con las riendas.
No hay cosa como el peligro
pa refrescar un mamao;
1205 hasta la vista se aclara
por mucho que haiga chupao.
El negro me atropelló

como á quererme comer;
me hizo dos tiros seguidos
1210 y los dos le abarajé.
Yo tenia un facon con S
que era de lima de acero;
le hice un tiro, lo quitó

y vino ciego el moreno.
1215 Y en el medio de las aspas
un planaso le asenté
que le largué culebriando
lo mesmo que buscapie.
Le coloriaron las motas

1220 con la sangre de la herida,
y volvio á venir furioso
como una tigra parida.
Y ya me hizo relumbrar
por los ojos el cuchillo,
1225 alcansando con la punta

a cortarme en un carrillo.
Me hirbió la sangre en las venas
y me le afirmé al moreno,
dandole de punta y hacha
1230 pa dejar un diablo menos.
Por fin en una topada

en el cuchillo lo alcé,
y como un saco de güesos
contra un cerco lo largué.
1235 Tiró unas cuantas patadas
y ya cantó pa el carnero.
Nunca me puedo olvidar

de la agonia de aquel negro.
En esto la negra vino
1240 con los ojos como agi
y empeso la pobre alli
a bramar como una loba.
Yo quise darle una soba

a ver si la hacia callar;
1245 mas pude reflesionar
que era malo en aquel punto,
y por respeto al dijunto
no la quise castigar.
Limpié el facon en los pastos,

1250 desaté mi redomon,
monte despacio y salí
al tranco pa el cañadon.
Despues supe que al finao
ni siquiera lo velaron,
1255 y retobao en un cuero,

sin resarle lo enterraron.
Y dicen que dende entonces
cuando es la noche serena
suele verse una luz mala
1260 como de alma que anda en pena.
Yo tengo intencion á veces,

para que no pene tanto,
de sacar de alli los güesos
y echarlos al campo santo.


VIII

1265 Otra vez que en un boliche
estaba haciendo la tarde;
cayó un gaucho que hacia alarde
de guapo y peliador;
A la llegada metió
1270 el pingo hasta la ramada,

y yo sin decirle nada
me quedé en el mostrador.
Era un terne1 de aquel pago
que naides lo reprendia,
1275 que sus enriedos tenía
con el señor comendante;

Y como era protejido,
andaba muy entonao
y á cualquiera desgraciao
1280 lo llevaba por delante.
¡Ah pobre, si él mismo
creiba que la vida le sobraba!

Ninguno diria que andaba
aguaitandolo la muerte;
1285 Pero ansi pasa en el mundo,
es ansi la triste vida:
pa todos está escondida
la güena ó la mala suerte.


Se tiró al suelo; al dentrar
1290 le dió un empeyón á un vasco
y me alargó un medio frasco
diciendo: “Beba, cuñao”.
“Por su hermana”, contesté,
“que por la mia no hay cuidao”.

1295 “¡Ah, gaucho!”, me respondió.
“De que pago será criollo
Lo andará buscando el oyo,
deberá tener güen cuero;
pero ande bala este toro
1300 no bala ningun ternero”.

Y ya salimos trensaos,
porque el hombre no era lerdo;
mas como el tino no pierdo
y soy medio lijeron,
1305 le dejé mostrando el sebo
de un revés con el facon.

Y como con la justicia
no andaba bien por allí,
cuanto pataliar lo ví,
1310 y el pulpero pegó el grito,
ya pa el palenque salí
como haciendome chiquito.

Monté y me encomendé á Dios,
rumbiando para otro pago;
1315 que el gaucho que llaman vago
no puede tener querencia,
y ansi de estrago en estrago
vive yorando la ausencia.

Él anda siempre juyendo,
1320 siempre pobre y perseguido,
no tiene cueva ni nido,
como si juera maldito;
porque el ser gaucho... barajo,
el ser gaucho es un delito.

1325 Es como el patrio de posta:
lo larga este, aquel lo toma,
nunca se acaba la broma;
dende chico se parece
al arbolito que crece
1330 desamparao en la loma.

Le echan la agua del bautismo
aquel que nacio en la selva;
“Buscá madre que te engüelva”,
le dice el flaire y lo larga,
1335 y dentra á cruzar el mundo
como burro con la carga.

Y se cría viviendo al viento
como oveja sin trasquila
mientras su padre en las filas
1340 anda sirviendo al Gobierno;
aunque tirite en invierno,
naides lo ampara ni asila.

Lo llaman “gaucho mamao”
si lo pillan divertido,
1345 y que es mal entretenido
si en un baile lo sorprienden;
hace mal si se defiende
y si no, se vé... fundido.

No tiene hijos, ni mujer,
1350 ni amigos, ni protetores,
pues todos son sus señores
sin que ninguno lo ampare;
tiene la suerte del güey,
y donde irá el güey que no are.

1355 Su casa es el pajonal,
su guarida es el desierto;
y si de hambre medio muerto
le echa el lazo algun mamon,
lo persiguen como á plaito,
1360 porque es un “gaucho ladron”.

Y si de un golpe por ay
lo dan vuelta panza arriba,
no hay una alma compasiva
que le rese una oracion:
1365 tal vez como cimarron
en una cueva lo tiran.

El nada gana en la paz
y es el primero en la guerra;
no le perdonan si yerra,
1370 que no saben perdonar,
porque el gaucho en esta tierra
solo sirve pa votar.

Para él son los calabozos,
para él las duras prisiones;
1375 en su boca no hay razones
aunque la razon le sobre;
que son campanas de palo
las razones de los pobres.

Si uno aguanta, es gaucho bruto;
1380 si no aguanta es gaucho malo.
Dele azote, dele palo,
porque es lo que el necesita!
De todo el que nació gaucho
esta es la suerte maldita.

1385 Vamos suerte, vamos juntos
dende que juntos nacimos,
y ya que juntos vivimos
sin podernos dividir,
yo abrire con mi cuchillo
1390 el camino pa seguir.


Continua en Martín Fierro - José Hernández - capítulos IX y X