Blog de Literatura - Fomentando la Lectura

viernes, 8 de enero de 2016

La lechera y el cántaro de leche - La Fontaine

He estado pensando en muchas cosas estos días. Y cuando uno piensa mucho puede o recurrir a la filosofía o a las eternas fábulas... Y recordé que tengo un libro antiguo, editado allá por 1947 como mucho (tiene una dedicatoria con esa fecha) con todas las fábulas de La Fontaine. 
De La Fontaine podemos encontrar otras fábulas en el blog: La liebre y la tortuga, La cigarra y la hormiga, La gallina de los huevos de oro
Hoy traigo "La lechera y el cántaro de leche". Lo malo de hacer castillitos en el aire... y pertenece al 7mo libro. (Lástima el toque machista jajaja)
Este mes, creo que haré una seguidilla  de fábulas en el blog y espero las disfruten. Todos las conocemos pero ¿las hemos leído?


La lechera de  Johannes Vermeer

La lechera y el cántaro de leche

Llevando Petronila con destreza
Un cántaro de leche en la cabeza,
Sobre un cojín pequeño colocado,
Llegar a la ciudad tiene pensado.
Corta la enagua y el andar ligero,
Nuestra lechera, al par que caminaba,
Allá en su pensamiento calculaba
De su leche el producto; y el dinero
A su guisa gastaba.
Cien huevos al principio compraría;
Empolladura triple luego haría,
Yendo todo muy bien por su cuidado.
- "Me es muy fácil, decía,
Tener los pollos de mi casa al lado;
Será el raposo demasiado fino
Si logra que no escapen a sus dientes
Los pollos suficientes
Para poder comprar algún cochino.
Este me costará poco salvado
Y mucho engordará, sin duda alguna,
Le venderé bien caro de contado,
Y ¿quién me impedirá con tal fortuna
Una vaca comprar con su becerro,
Que en medio del ganado
Veré saltar alegres por el cerro?"
Y discurriendo así la criatura
Da ella también un salto, enajenada,
Tira la leche, y triple empolladura,
Cerdo, vaca y becerro trueca en nada.
La dueña de esos bienes, que perdido
Ve así su porvenir, se va enseguida
A referir en caso a su marido,
Temiendo con justicia ser reñida. 

¿Quién no deja vagar la fantasía?
¿Quién no hace con donaire
Espléndidos castillos en el aire?
Nadie, por vida mía,
O si acaso, muy pocos.
Los juiciosos, lo mismo que los locos,
Sueñan despiertos. Nada más divino;
Arrebata violento
Un lisonjero error el pensamiento,
Y nos muestra un magnífico destino;
Somos únicos dueños y señores
De los bienes del mundo y sus placeres,
De los honores,
De todas las mujeres.
Cuando estoy solo, reto al más valiente;
Destrono algún monarca poderoso,
Soy elegido rey incontinente,
Y amado de mi pueblo valeroso;
Mil diademas se ostentan en mi frente...
Más algún asuntillo fastidioso
De la ilusión me saca en que me abismo,
Y vuelvo a ser yo mismo.


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