Blog de Literatura - Fomentando la Lectura

lunes, 9 de diciembre de 2013

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XVII, XVIII y XIX

Viene de  Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XIV, XV y XVI


 XVII

Le cobré un miedo terrible
despues que lo ví dijunto;
Llamé al Alcalde, y al punto,
2520 acompañado se vino
de tres ó cuatro vecinos
a arreglar aquel asunto.

“Anima bendita", dijo
un viejo medio ladiao;
2525 ”que Dios lo haiga perdonao,
”es todo cuanto deseo:
”le conocí un pastoreo
”de terneritos robaos”.

“Ansina es, dijo el alcalde,
2530 con eso empezó á poblar;
yo nunca podré olvidar
las travesuras que hizo;
hasta que al fin fué preciso
que le privasen carniar”.

2535 “De mozo fué muy ginete,
no lo bajaba un bagual;
pa ensillar un animal
sin necesitar de otro,
se encerraba en el corral
2540 y allí galopiaba el potro”.

Se llevaba mal con todos;
era su costumbre vieja
el mesturar las ovejas,
pues al hacer el aparte
sacaba la mejor parte
y despues venia con quejas”.

“Dios lo ampare al pobresito,
dijo en seguida un tercero,
siempre robaba carneros,
2550 en eso tenia destreza:
enterraba las cabezas,
y despues vendía los cueros”.

“Y que costumbre tenia;
cuando en el jogón estaba,
2555 con el mate se agarraba
estando los piones juntos,
yo tayo, decia, y apunto,
y á ninguno convidaba”.

“Si ensartaba algun asao,
¡pobre! ¡como silo viese!
poco antes de que estubiese
primero lo maldecia,
luego despues lo escupia
para que naides comiese”.

2565 “Quien le quitó esa costumbre
de escupir el asador,
fue un mulato resertor
que andaba de amigo suyo,
un diablo, muy peliador,
2570 que le llamaban Barullo”.

"Una noche que les hizo
como estaba acostumbrao,
se alzó el mulato enojao,
y le gritó: “viejo indino,
2575 ”yo te he de enseñar, cochino,
”a echar saliva al asao”.

“Lo saltó por sobre el juego
con el cuchillo en la mano;
¡la pucha el pardo liviano!
2580 en la mesma atropellada
le largó una puñalada
que la quitó otro paisano”.

“Y ya caliente Barullo,
quiso seguir la chacota:
2585 se le habia erizao la mota
lo que empezó la reyerta:
el viejo ganó la puerta
y apeló á las de gaviota”.

“De esa costumbre maldita
2590 dende entonces se curó;
a las casas no volvió,
se metió en un cicutal,
y allí escondido pasó
esa noche sin cenar”.

2595 Esto hablaban los presentes;
y yo que estaba á su lao,
al oir lo que he relatao,
aunque él era un perdulario,
dije entre mí: “¡que rosario
2600 le estan resando al finao!”.

Luego comenzó el Alcalde
a registrar cuanto habia,
sacando mil chucherias
y guascas y trapos viejos,
2605 temeridá1 de trevejos
que para nada servian.

Salieron lazos, cabrestos,
coyundas4 y maniadores,
una punta de arriadores,
2610 cinchones, maneas, torzales,
una porcion de bozales
y un monton de tiradores.

Habia riendas de domar,
frenos y estribos quebraos;
2615 bolas, espuelas, recaos,
unas pavas, unas ollas,
y un gran manojo de argollas
de cinchas que habia cortao.

Salieron varios cencerros,
2620 alesnas, lonjas, cuchillos,
unos cuantos coginillos,
un alto de gergas viejas,
muchas botas desparejas,
y una infinidá de anillos.

2625 Habia tarros de sardinas,
unos cueros de venao,
unos ponchos augeriaos,
y en tan tremendo entrevero
apareció hasta un tintero
2630 que se perdió en el Juzgao.

Decia el Alcalde muy serio:
“Es poco cuanto se diga;
”habia sido como hormiga,
”he de darle parte al Juez,
2635 ”y que me venga despues
”conque no se los persiga”.

Yo estaba medio azorao
de ver lo que sucedia;
entre ellos mesmos decian
2640 que unas prendas eran suyas,
pero á mi me parecia
que esas eran aleluyas.

Y cuando ya no tubieron
rincon donde registrar,
cansaos de tanto huroniar
2645 y de trabajar de balde,
“vámosnos, dijo el Alcalde,
”luego lo haré sepultar”.

Y aunque mi padre no era
2650 el dueño de ese hormiguero,
el allí muy cariñero,
me dijo con muy buen modo:
“vos serás el heredero
”y te harás cargo de todo”.

“Se ha de arreglar este asunto
”como es preciso que sea;
”voy á nombrar albacea
”uno de los circustantes,
”las cosas no son, como antes,
”tan enredadas y feas”.

Bendito Dios! pensé yo:
ando como un pordiosero,
y me nuembran heredero
de toditas estas guascas:
2665 quisiera saber primero
lo que se han hecho mis vacas!


XVIII

Se largaron como he dicho
a disponer el entierro;
cuando me acuerdo me aterro:
2670 me puse á llorar á gritos
al verme allí tan solito
con el finao y los perros.

Me saqué el escapulario,
se lo colgué al pecador;
2675 y como hay en el Señor
misericordia infinita,
rogué por la alma bendita
del que antes jué mi tutor.

No se calmaba mi duelo
2680 de verme tan solitario;
Ay le champurrié1 un rosario
como si juera mi padre,
besando el escapulario
que me habia puesto mi madre.

2685 Madre mía, gritaba yo,
donde andarás padeciendo;
el llanto que estoy virtiendo
lo redamarías por mi,
si vieras á tu hijo aquí
2690 todo lo que está sufriendo.

Y mientras ansi clamaba
sin poderme consolar,
los perros para aumentar
mas mi miedo y mi tormento,
2695 en aquel mesmo momento
se pusieron á llorar.

Libre Dios á los presentes
de que sufran otro tanto;
con el muerto y esos llantos
2700 les juro que falta poco
para que me vuelva loco
en medio de tanto espanto.

Decian entonces las viejas,
como que eran sabedoras;
2705 que los perros cuando lloran
es porque ven al demonio;
yo creia en el testimonio
como cré siempre el que inora.

Ay dejé que los ratones
2710 comieran el guasquerio;
y como anda á su albedrio
todo el que güérfano queda,
alzando lo que era mio
abandoné aquella cueva.

. . . . . . . . . . . . . . . . .

2715 Supe despues que esa tarde
vino un pion y lo enterró,
ninguno lo acompañó
ni lo velaron siquiera;
y al otro dia amaneció
2720 con una mano dejuera.

Y me ha contado ademas
el gaucho que hizo el entierro
al recordarlo me aterro,
me da pavor este asunto
2725 que la mano del dijunto
se la habia comido un perro.

Tal vez yo tuve la culpa
porque de asustao me fui;
supe despues que volví,
2730 y asigurárselos puedo,
que los vecinos, de miedo,
no pasaban por allí.

Hizo del rancho guarida
la sabandija mas sucia;
2735 el cuerpo se despeluza
y hasta la razon se altera:
pasaba la noche entera
chillando allí una lechuza.

Por mucho tiempo no pude
2740 saber lo que me pasaba;
los trapitos con que andaba
eran puras hojarascas;
todas las noches soñaba
con viejos, perros y guascas.


XIX

2745 Andube á mi voluntá
como moro sin señor;
ese fué el tiempo mejor
que yo he pasado tal vez:
de miedo de otro tutor
2750 ni aporté por lo del Juez.

“Yo cuidaré, me habia dicho,
”de lo de tu propiedá,
”todo se conservará,
”el vacuno y los rebaños
2755 ”hasta que cumplás 30 años
”en que seas mayor de edá”.

Y aguardando que llegase
el tiempo que la ley fija,
pobre como lagartija,
2760 y sin respetar á naides,
andube cruzando al aire
como bola sin manija.

Me hice hombre de esa manera
bajo el mas duro rigor;
2765 sufriendo tanto dolor
muchas cosas aprendí;
y, por fin vítima fuí
del mas desdichado amor.

De tantas alternativas
2770 esta es la parte peluda;
infeliz y sin ayuda
fue estremado mi delirio,
y causaban mi martirio
los desdenes de una viuda.

2775 Llora el hombre ingratitudes
sin tener un jundamento,
acusa sin miramiento
a la que el mal le ocasiona,
y tal vez en su persona
2780 no hay ningún merecimiento.

Cuando yo mas padecía
la crueldá de mi destino,
rogando al poder divino
que del dolor me separe,
2785 me hablaron de un adivino
que curaba esos pesares.

Tuve recelos y miedos
pero al fin me disolví:
hice corage y me fuí
2790 donde el adivino estaba,
y por ver si me curaba
cuanto llevaba le dí.

Me puse al contar mis penas
mas colorao que un tomate,
2795 y se me añudó el gaznate
cuando dijo el hermitaño:
“Hermano, le han hecho daño
”y se lo han hecho en un mate”.

“Por verse libre de uste
2800 ”lo habrán querido embrujar”.
Despues me empezó á pasar
una pluma de avestruz y
me dijo: “de la Cruz
”recebí el don de curar”.

2805 “Debés maldecir, me dijo,
”a todos tus conocidos,
”ansina el que te ha ofendido
”pronto estará descubierto,
”y deben ser maldecidos
2810 ”tanto vivos como muertos”.

Y me recetó que hincao
en un trapo de la viuda
frente á una planta de ruda
hiciera mis oraciones,
2815 diciendo: “no tengás duda,
”eso cura las pasiones”.

A la viuda en cuanto pude
un trapo le manotié;
busqué la ruda y al pie,
2820 puesto en cruz, hice mi reso;
pero, amigos, ni por eso
de mis males me curé.

Me recetó otra ocasion
que comiera abrojo chico:
2825 el remedio no me esplico,
mas, por desechar el mal,
al ñudo en un abrojal
fí á ensangrentarme el hocico.

Y con tanta medecina
2830 me parecia que sanaba;
por momentos se aliviaba
un poco mi padecer,
mas si á la viuda encontraba
volvia la pasion á arder.

2835 Otra vez que consulté
su saber estrordinario,
recibió bien su salario,
y me recetó aquel pillo
que me colgase tres grillos
2840 ensartaos como rosario.

Por fin, la última ocasion
que por mi mal lo fi á ver,
me dijo: “No, mi saber
”no ha perdido su virtú:
2845 ”yo te daré la salú,
”no triunfará esa muger”.

“Y tené fé en el remedio,
”pues la cencia no es chacota;
”de esto no entendés ni jota;
2850 ”sin que ninguno sospeche,
”comtále á un negro tres motas
”y hacelas hervir en leche”.

Yo andaba ya desconfiando
de la curacion maldita,
2855 y dije: “este no me quita
”la pasion que me domina;
”pues que viva la gallina
”aunque sea con la pepita”.

Ansi me dejaba andar,
2860 hasta que en una ocasion
el cura me echó un sermon,
para curarme, sin duda,
diciendo que aquella viuda
era hija de confision.

2865 Y me dijo estas palabras
que nunca las he olvidao:
“Has de saber que el finao
”ordenó en su testamento
”que naides de casamiento
2870 ”le hablára en lo sucesivo,
”y ella prestó el juramento
”mientras él estaba vivo".

“Y es preciso que lo cumpla
“porque ansi lo manda Dios.
2875 “Es necesario que vos
“no la vuelvas á buscar,
“porque si llega á faltar
“se condenarán los dos.

Con semejante alvertencia
2880 se completó mi redota;
le ví los pies á la sota,
y me le alejé á la viuda
mas curao que con la ruda,
con los grillos y las motas.

2885 Despues me contó un amigo
que al Juez le habia dicho el cura:
“Que yo era un cabeza dura
“y que era un mozo perdido,
“que me echáran del partido,
2890 “que no tenia compostura.”

Tal vez por ese consejo,
y sin que mas causa hubiera,
ni que otro motivo diera,
me agarraron redepente
2895 y en el primer contingente
me echaron á la frontera.

De andar persiguiendo viudas
me he curado del deseo;
en mil penurias me veo,
2900 mas pienso volver, tal vez
a ver si sabe aquel Juez
lo que se ha hecho mi rodeo.


Continua en

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XX, XXI y XXII

No hay comentarios:

Publicar un comentario