Blog de Literatura - Fomentando la Lectura
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sábado, 23 de enero de 2016

El Leopardo y las Monas - Félix M. de Samaniego

Ya regresé de viaje. Hermosas vacaciones visitando amistades que hace mucho no veía... así que estoy lista para continuar con las fábulas. ¡Enero ya termina!
Hoy compartiré otra de Samaniego. Me gustó por lo real. Nunca, hasta que empecé a trabajar había pensado en esto. Pero al final me he dado cuenta que prefiero la gente de carácter, que dice lo que siente, que reaccione aunque resulte escandaloso porque sé por dónde puede venir. En cambio, quien finge y se esconde tras una sonrisa constantemente a veces... en fin... leamos la fábula. 


El leopardo y las Monas

No a pares, a docenas encontraba las Monas en Teurán, cuando cazaba, un Leopardo. Apenas lo veían, a los árboles todas se subían, quedando del contrario tan seguras, que pudieran decir: 

"¡No están maduras!"

El cazador astuto se hace el muerto tan vivamente, que parece cierto.

Hasta las viejas Monas, alegres con el caso y juguetonas, empiezan a saltar: la más osada baja, arrímase al muerto de callada; mira, huele y aun tienta, y grita muy contenta:

"¡Llegad, que muerto está de todo punto; tanto, que empieza a oler el tan difunto!"

Bajan todas con bulla y algazara; ya le tocan la cara, ya le saltan encima; aquélla se le arrima, y haciendo mimos, a su mano queda; otra se finge muerta y lo remeda.

Mas luego que las siente fatigadas de correr, de saltar y hacer monadas, levántase ligero y, más que nunca fiero, pilla, mata y devora: de manera que parecía la sangrienta fiera, cubriendo con los muertos la campaña, al Cid matando moros en España.

Es el peor enemigo el que aparenta no poder causar daño, porque intenta, inspirando confianza, asegurar su golpe de venganza.


domingo, 17 de enero de 2016

El león y el Ratón - Félix M. de Samaniego

Esta semana estaré ausente del blog y de Facebook (ahhh la dicha de las vacaciones...) pero de regalo les dejo antes una fábula. Esta vez de Samaniego, a quien ya presenté en alguna vieja entrada del blog. 
Recuerden siempre que como principal referente de fábulas está Esopo (griego, alrededor del 600 A.C.) y luego las reescrituras de La Fontaine (francés, 1621-1695) y, años después, Samaniego (español, 1745-1801). Es por ese motivo que encontramos muchas versiones de cada fábula, algunas, incluso, mal asignado el autor, pero todas tienen en común la enseñanza. 
La fábula de hoy la tomé de un librito que editó años atrás el diario "Página 12" de Argentina, y me pareció muy bonita. Aunque me quedo con algo, no hay que ayudar o mostrar bondad "por si algún día lo necesito" sino porque así lo sentimos y porque así somos. También me quedó resonando lo siguiente: esta fábula es buen consejo para los políticos... sería lindo que ellos la tuvieran en cuenta.

Ilustración de Gustave Doré


El León y el Ratón

Estaba un Ratoncillo aprisionado en las garras de un León; el desdichado en la tal ratonera no fue preso por ladrón de tocino ni de queso, sino porque con otros molestaba al león, que en su retiro descansaba.

Pide perdón, llorando su insolencia.

Al oír implorar la real clemencia, responde el rey en majestuoso tono (no dijera más Tito): "¡Te perdono!".

Poco después, cazando el León tropieza en una red oculta en la maleza.

Quiere salir; mas queda prisionero.

Atronando la selva ruge fiero.

El libre Ratoncillo, que lo siente, corriendo llega, roe diligente los nudos de la red, de tal manera, que al fin rompió los grillos de la fiera.


Conviene al poderoso para los infelices ser piadoso; tal vez se puede ver necesitado del auxilio de aquel más desdichado.

viernes, 13 de julio de 2012

La Gallina de los huevos de oro - Félix M. de Samaniego - La Fontaine

Muy conocida es la expresión "matar a la gallina de los huevos de oro", desconozco que fue primero, si el dicho popular o la fábula... pero refiere a perder la fuente de ingresos o de fortuna por ambición desmedida. 
De esta fábula, como no ha de extrañarnos, existen varias versiones dando vueltas. Entre mis libros encontré dos: La primera es la fábula de Samaniego (1781); la segunda la de La Fontaine (1668). Ambos poetas, a su manera y en verso, cuentan lo sucedido cuando el dueño de una gallina ponedora, no contento con su ya buena fortuna, ambiciona tener más. 


 La Gallina de los Huevos de Oro

Félix M. Samaniego


Érase una Gallina que ponía
un huevo de oro al dueño cada día.
Aún con tanta ganancia, mal contento,
quiso el rico avariento
descubrir de una vez la mina de oro,
y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matóla, abrióle el vientre de contado;
pero despúes de haberla registrado,
¿Qué sucedió? Que, muerta la Gallina, 
perdió su huevo de oro, y no halló mina.
¡Cuántos hay que teniendo lo bastante,
enriquecerse quieren al instante,
abrazando proyectos
a veces de tan rápidos efectos,
que sólo en pocos meses,
cuando se contemplaban ya marqueses,
contando sus millones,
se vieron en la calle sin calzones!


La Gallina de los Huevos de Oro

La Fontaine

La avaricia pierde todo 
queriendo todo ganar. 
Para probarlo me basta 
contar la historia fatal 
del hombre cuya gallina, 
si es la fábula verdad, 
de poner huevos de oro 
diariamente era capaz.
Creyó el hombre que en su cuerpo
iba un tesoro a encontrar;
la mató, la abrió, y a todas
las gallinas la halló igual,
perdiendo de tal manera
de su fortuna lo más.
A las gentes codiciosas,
esta fábula les va;
en estos últimos tiempos
¡Cuántas he visto cambiar
de muy ricas a muy pobres,
porque ambicionaban más!