Blog de Literatura - Fomentando la Lectura

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Los favores del tigre

En el campo es común escuchar hablar del tigre o del puma. Nunca se trata en realidad de un tigre - ya que aquí no habitan - y algunas veces tampoco de un puma. En esas ocasiones, se trata del yaguareté ....
El nombre yaguareté proviene del guaraní y, de hecho, en la mitología guaraní existe un ser, el yaguarete-abá, que es a la vez yaguareté y hombre. Verán que ese ser guarda cierta similitud con lo relatado en esta leyenda mapuche.
El yaguareté habita en el norte argentino, en la selva. Según este texto, al yaguareté los mapuches lo llaman nahuel. Como nota aparte, les cuento que también es común como nombre propio masculino; pero regresemos a la equivalencia nahuel-yaguareté. Sinceramente, me confundió un poco porque en la Patagonia hay pumas (trapial para los mapuches), no yaguaretés. Así que busqué en un diccionario mapudungun-español y encontré lo siguiente:
Nahuel: especie de felino, hoy extinto, que pobló la Patagonia Argentina. Por extensión, se lo aplica también al puma aunque erróneamente.   
Duda resuelta... el nahuel no es ni puma ni yaguareté... 
Ahora a disfrutar de esta leyenda :D
 


Los favores del tigre

Cuentan que una vez un mapuche salió de viaje con algunos compañeros. Cuando ya estaban muy lejos de su pueblo, se encontró con un grupo de enemigos y, como estaban en tiempo de guerra, se vieron obligados a pelear. Los enemigos eran más y estaban muy bien armados, de modo que los mapuches se tuvieron que escapar.

en la disparada, el hombre galopó tan rápido que perdió de vista a los que lo perseguían pero también a sus amigos. Estaba en una tierra desconocida, y se perdió.

Anduvo así varios días; tomaba agua de los arroyos, pero no tenía nada para comer y no tenía la menor idea de cómo volver a su pueblo.

En una de esas, en un momento en que se había parado para descansar, apareció un tigre enorme.

Bueno, no era un tigre-tigre, de esos con rayas, porque por acá no hay de esos animales; era un yaguareté, de esos manchados, que son tan bravos como los tigres. Los criollos les dicen "tigres" y los mapuches los llaman nahuel

La cuestión es que - tigre o yaguareté - el hombre se pegó un buen susto. Y para colmo su caballo se asustó más, se fue corriendo y lo dejó a pie. La fiera se acercaba, relamiéndose, y el hombre no sabía qué hacer. Entonces decidió pedirle al tigre que no le hiciera nada, porque los mapuches dicen que el nahuel es un animal superior, que tiene un alma grande, y que aunque es muy peligroso, sabe escuchar con paciencia. Así que se arrodilló y le habló:

- Señor, dejáme vivir; no me hagás nada, por favor, Nahuel. Ya bastantes desgracias tengo, Nahuel: hace días que no como, estoy perdido, tengo miedo en este camino que no conozco.

El tigre lo miró fijo, fijo, y el hombre vio que de esos ojos alargados se caía una lágrima. ¡Estaba llorando! Despacito, el animal se dio vuelta y entonces se fue al trotecito, pero al rato volvió: traía un avestruz que acababa de cazar y se lo dio al hombre. Así fue como el mapuche pudo comer.

Cuando terminó su comida, miró al tigre y vio que se transformaba en una mujer; tenía ropa muy buena y adornos de plata como los que usaban las mujeres ricas, las hijas de familias importantes. la mujer dijo:

- Ahora ya solucionaste uno de tus problemas: has comido. Decíme: ¿a qué le tenés miedo en este camino?
- Antes tenía miedo de encontrarme con vos, Nahuel, y ahora sigo teniendo miedo, pero de encontrarme con el Toro Chupei.

El Toro Chupei era una especie de toro muy raro, grandísimo, con unos cuernos largos y puntudos, que siempre estaba furioso y echaba espuma por la boca. Pero lo que era malo de veras, lo que metía miedo - al fin de cuentas, hay muchos toros bravos - es que éste, en vez de comer pasto como cualquier otro, comía gente.

- A ése lo arreglo yo; no te asustés, que no te va a pasar nada - le dijo la mujer nahuel -. Yo te voy a hacer de guía para que vuelvas a tu casa.

Tres días caminaron y al cuarto día apareció el Toro Chupei.

- Vos quedáte acá, que yo lo voy a pelear - dijo la mujer nahuel, y tomó de nuevo forma de fiera.

El Toro Chupei rasguñó el suelo con las pezuñas, se dio impulso y se abalanzó sobre el tigre apuntando con los cuernos; el nahuel rugió, pegó un salto y cayó sobre el lomo del otro. Empezó la pelea; enseguida se levantó una polvareda enorme que no dejaba ver nada. El toro se tiraba al suelo, tratando de aplastar al tigre. Entonces el tigre soltaba por un momento y volvía a echársele encima. Al final, ganó el nahuel: el Toro Chupei quedó ahi tirado, despatarrado; ya nunca más se iba a comer a nadie.

El yaguareté se arregló los bigotes, buscó al hombre y le dijo que siguieran camino. Así llegaron hasta cerca del pueblo del mapuche y se despidieron.

Es que así son las cosas, dicen los mapuches: hasta el más bravo, como el tigre, puede ser bueno si se le da la oportunidad.




1 comentario: