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sábado, 9 de enero de 2016

El ojo del amo - La Fontaine

Como comentaba ayer, ando con ganas de publicar fábulas de La Fontaine, así que hoy va otra. Esta vez "El ojo del amo" que pertenece al libro IV. 
Primero pensé que se trataba del origen de la expresión "el ojo del amo engorda el ganado". Pero luego de leerla comprendí que, aunque podemos encontrar cierto vínculo por el significado (o bien una de las lecturas que puede hacerse), no tiene nada que ver.




El ojo del amo

Un ciervo fue a refugiarse
En un establo de bueyes;
Que busque mejor asilo
desde luego le previenen,
Y él les dice: "Hermanos míos, 
No me descubráis aleves,
Y os enseñaré los pastos
Más jugosos y más verdes;
Este servicio algún día
Seros útil muy bien puede,
No tendréis que arrepetiros".
Los bueyes callarse ofrecen,
Y él en un rincón se oculta.
Respira y se fortalece.
Llegada la noche llevan
El grano y la yerba verde,
Y dan cien vueltas los mozos,
Y cien veces van y vienen;
Y ninguno por ventura,
Ni siquiera el intendente,
Asta vio sin cornamenta,
Ni ciervo en fin. Le parece
Al cuidado que está en salvo,
Y da gracias a los bueyes,
Y en aquel establo espera
Que a los trabajos de Ceres
Yéndose todos, al punto
Modo de salir encuentre.
-"Esto va muy bien, le dice
Rumiando uno de los bueyes,
Pero el hombre de cien ojos
Que pasar revista tiene,
Y mucho por tí, mi amigo,
Su venida es de temerse;
Hasta entonces, pobre Ciervo,
De nada alabarte puedes".
Esto dicho, llega el amo,
Que haciendo ronda viene.
-"¿Qué es esto?", dice al momento,
Dirigiéndose a su gente;
"Encuentro muy poca yerba
En todos estos pesebres;
Este lecho está muy viejo,
Id a los graneros breve;
Mejor cuidadas las bestias
Estar en mi casa deben;
Quitar esas telarañas
No pienso que nada cueste;
Los collares y los yugos
Pudieran mejor ponerse";
Y así mirándolo todo
Luego la cabeza advierte
Distinta de las que mira
En esos lugares siempre;
Y reconocido el Ciervo,
Todo el mundo le acomete,
Y sus lágrimas amargas,
No le salvan de la muerte.
Se le llevan y le guisan,
Y le sirven en banquetes.

A este propósito Fedro
Agrega, y justicia tiene,
que como el ojo del amo
Ningún ojo mirar puede.

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