Blog de Literatura - Fomentando la Lectura

viernes, 6 de julio de 2012

El besuqueador - Elsa Bornemann

Elsa Bornemann estuvo muy presente en mi infancia. Libros como "El libro de los chicos enamorados", "Socorro", "No somos irrompibles" y "Un elefante ocupa mucho espacio" no faltaban en, yo diría ninguna (aunque sea medio ambicioso tal vez) casa.
"El besuqueador" es un cuento publicado en el libro "La edad del pavo", título que ofendía un poquito cuando te lo regalaban diciendo "Para vos, que estás justo en esa edad" :D
Años después de haber leído este cuento, en alguna revista que ya olvidé, encontré una nota sobre un muchacho real, no recuerdo de que país, que dedicaba gran parte de su tiempo a persiguir "estrellas", pretendiendo un beso... quien sabe que fue antes: el besuquero real o el besuquero del cuento.


El Besuqueador


Le decían "El Besuqueador" o "El Besuquero". ¡Y bien merecido por cierto!

Aquel muchacho tenía una costumbre rarísima.

¿Saben cuál? Pues besar a personajes famosos.

Se lo pasaba viajando de un lado a otro, en compañía de su fotógrafa particular.

Iba llevado - tan sólo - por su deseo de estampar sonoros besos en las mejillas de presidentes, actores, deportistas, escritores, músicos, bailarines...

A cuanto personaje conocido lograba acercarse... ¡CHUIC!... le daba un beso.

Su fotógrafa particular apresaba aquel momento en su maquinita: ¡CLIC!

¡Qué feliz se sentía entonces "El Besuquero"! Tanto como cuando - ya de regreso a su casa - contemplaba su colección de fotografías que tapizaban todas las paredes de la vivienda. Ah... En cada una de ellas podía vérselo besando a algún famoso...

(La mayoría de las veces el muchacho no salía muy favorecido que digamos, tales eran las contorsiones que debía hacer para dar sus "besos a la fuerza"... tantos eran los codazos que propinaba para abrirse paso entre el gentío y los guardaespaldas que suelen rodear a los grandes personajes... En síntesis: salía mal en las fotos... por lo general aparecía como un chiflado... pero ese detalle no empequeñecía su felicidad.)

- ¿Se da cuenta de la cantidad de gente importante que llevo besada? - le dijo un día a su fotógrafa particular -. ¡Soy tan importante como ellos!

Y se puso a cantar:

De mi boquita
nadie se escapa
Besé a una reina,
también al Papa...

- ¡Bah, bah!, ¡más le convendría hacerse gárgaras de talco, en vez de decir tamañas pavadas! - exclamó de repente la fotógrafa mientras revelaba la última instantánea que le había tomado al Besuqueador, besuqueando al más publicitado futbolista de Mongonesia.

El muchacho se quedó mudo al escucharla. Aquella joven lo había acompañado desde el comienzo de sus viajes a través de mundo... Jamás le había hecho ningún comentario... ¿Qué le pasaría?

- ¿Qué le pasa? - le preguntó entonces.

- Pasa que estoy harta... harrrta de trabajar para usted, un hombre tan pavo...

- ¿Pavo yo?

- ¡Pavísimo! ¡Con esa manía de besar porque sí... y jamás un besito para alguien que lo quiera! Además... ¿a usted quién lo besa? ¡Nadie, nunca, le dio un simple besito de amor! ¡Renuncio a mi empleo! ¡No lo soporto más! Adiós.

La joven se fue llorando. ¿Por qué lloraría?

Durante varios meses, el Besuqueador no salió a besuquear, tal era su confusión debido a las palabras de la fotógrafa.

Encerrado en su casa, pensaba en ellas una y otra vez.

¡Ah...! Pero también pensaba en ella una y otra vez...

Hasta que un día, sintió que volvía a tener unas enormes ganas de dar un beso... ¿A quién?

Pues a aquella muchacha anónima.

Entonces, la llamó por teléfono, le mandó un telegrama y le escribió una carta para decírselo...

Y el besito que los unió más tarde fue de amor, de verdadero amor...

Por supuesto, se pusieron de novios y se casaron.

Poco tiempo después, con todas sus ridículas fotos del pasado, el ex-besuqueador publicó un álbum titulado: "CUANDO YO ERA PAVO"...

Fue un best-seller.


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